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Los peligros detrás de la censura contra Alex Jones

Alex Jones, conocido locutor radial estadounidense y creador del imperio multimedial de internet Infowars, tildado por muchos como vocero de la extrema derecha al apoyar a Donald Trump en los comicios presidenciales de 2016, recibió esta semana un duro golpe de Apple, Facebook, Youtube y Spotify al decidirse que todo el material compartido por el texano sea vetado.

Las compañías justificaron la suspensión de sus cuentas -que implicó un borrado masivo de podcasts y videos con millones de suscriptores- afirmando que promueven «discursos de odio» y «noticias falsas», imputación que hace meses ha venido reiterando CNN junto a medios periodísticos de establishment como The Washington Post a través de extensas columnas de opinión.

Hasta ahora Twitter se ha negado a formar parte del bloqueo. «No hemos suspendido ni a Alex Jones ni a InfoWars. Sabemos que es difícil para muchos, pero la razón es muy simple: él no ha violado nuestras reglasLo castigaremos si es que lo hace. Y continuaremos promoviendo una conversación en un ambiente saludable asegurándonos que los tweets no están siendo amplificados artificialmente», escribió el CEO Jack Dorsey.

En favor de Jones salió ni más ni menos que Wikileaks. «Sí, Infowars tiene sinsentidos frecuentes, pero también es crítico del poder del Estado», publicó la organización de Julian Assange, agregando más tarde que «la prerrogativa de Facebook de censurar a editores de la competencia es un problema global anti-monopolio que, junto al imperialismo cultural de San Francisco, reduce la diversidad política».

El activista Luke Rudkowski, fundador del movimiento WeAreChange que surgió cuestionando la política exterior de Bush tras el 11-S y que incluso ha puesto en duda la versión que dio el gobierno sobre la autoría del atentado, comentó las repercusiones que podría tener la censura contra Alex Jones para otros comunicadores independientes en la izquierda y la derecha.

Pese a que no comparte el camino que ha tomado Infowars en los últimos años, lo arbitraria que resulta la medida sienta un precedente que, atendida la exponencial concentración de la industria tecnológica, afectará sin duda la libertad de expresión, plantea Rudkowski.

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