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Los documentos que vinculan a Inspector General de la PDI con clase de tortura

Claudio González Hofstetter, prefecto que encabeza la Inspectoría General de la Policía de Investigaciones de Chile, concurrió a declarar el pasado 9 de enero ante la comisión parlamentaria que investiga irregularidades en dicha institución.

Durante la instancia, el oficial respondió a los cuestionamientos formulados por el exdetective Ricardo Bopp, quien sostuvo que González, durante el año 1988, formó parte de un grupo de alumnos que maltrató a un aspirante de nombre Mauricio Flores, en el marco de una «clase teórico-práctica» impartida por el entonces instructor de la PDI, Juan José Barja.

Según documentos obtenidos por Verdad Ahora, la única investigación realizada en esa época, de carácter interno, acreditó que Barja instruyó a estudiantes de la Escuela de Investigaciones Policiales ‘Presidente Arturo Alessandri Palma’ «transportar, en calidad de prisionero, a otro aspirante, el cual iba esposado, amordazado y encapuchado», llegando «incluso a acciones claramente vejatorias para el afectado» (ver aquí).

Los mayores detalles fueron expuestos por la misma víctima, quien -según sus palabras- fue sacado sorpresivamente de un dormitorio, esposado, movilizado en vehículo desde y hacia el plantel, atado a una silla, mojado y electrocutado con cinco golpes en el cuerpo.

CONTRADICCIONES

«Respecto a lo que usted me pregunta sobre un magneto telefónico ‘La Lora’, yo desconocía ese tema. En la Escuela no me acuerdo que nadie me haya comentado sobre este aparato, lo que posteriormente se escuchaba, pero yo en lo personal jamás lo operé, no sé cómo se opera, no lo conozco, no lo tuve en mis manos. Sí como conocimiento general, claro que lo escuché. Ahora mismo lo vi en Google, que pertenece a unos sistemas telefónicos con lo cual se transmitía información», dijo el prefecto general de la PDI en sesión del Congreso.

La indagación administrativa de 1988 demuestra que el hoy prefecto mintió sobre los hechos ocurridos a través de una cuenta escrita dirigida al jefe de la Tercera Subcomisaría de Instrucción, inspector Héctor Puga, emitida con fecha 5 de abril de ese año (ver aquí).

«Encontrándonos en nuestra sala de clases, con nuestro instructor el detective Juan Barja Flores, y dándonos éste clases de Procedimiento Policial, procedimos a realizar un plan de estudios en forma teórica sobre la detención de un individuo supuestamente delincuente y la manera de desorientarlo», expone el documento.

González avanza señalando que una vez «realizada la parte teórica, procedimos a realizar la parte práctica, en donde me ofrecí como voluntario para esta parte de la clase. Mis compañeros se encargaron de vendarme la vista y transportarme posteriormente en un vehículo con el fin anteriormente señalado. Más tarde, después de dar unas vueltas por los alrededores del Plantel, regresamos a éste y procedimos nuevamente a entrar en la sala de clases con el fin de contarle al curso mi experiencia en este procedimiento».

Más tarde, el alumno González Hofstetter reconoció haber entregado una versión acomodaticia para omitir las torturas realizadas, puesto que el estudiante empleado en la fase «práctica» de la instrucción de Barja no había sido él, sino Mauricio Flores.

«Me correspondió por orden del detective señor Barja cumplir con la misión de Vigilancia, la cual comenzó después de las 23:00 horas, y debí permanecer cerca de la Sala de Guardia, con el fin de informar cualquier anormalidad que pudiera ocurrir… Luego me dirigí a la sala de interrogatorio percatándome que ésta se encontraba obscura, dentro de la sala presencié que mi Instructor se encontraba detrás de un escritorio y frente a él al parecer esta sentado en una silla o un sillón un aspirante, el que tenía un gorro pasamontañas de color obscuro tapándole la cara, además unas vendas cubrían su vista», contó González.

Finalmente, aclaró que en relación a su cuenta escrita anterior, «en la que sostengo haber sido yo el aspirante capturado y desorientado en el furgón de la Escuela, debo decir que no es cierto, ya que en realidad fue el aspirante Flores de Primer Año, pero así lo estampé en mi cuenta escrita por orden expresa de mi Oficial Instructor, el detective señor Barja» (ver aquí).

NO HUBO DENUNCIA

En un proceso judicial originado en 2015, y que fue sustanciado por el actual ministro de la Corte Suprema, Mario Carroza, ante una querella presentada por el exfuncionario Ricardo Bopp, la policía civil admite que en relación con el caso de torturas al aspirante Flores solo se instruyó una investigación interna, la cual fue practicada por el subdirector de Escuela de la época, Nelson Mery.

El requerimiento pedía adjuntar la «denuncia o querella criminal realizada por la institución, por los mismos hechos».

En archivos antiguos de la PDI solo consta una sanción por «seis días de permanencia en el cuartel» dictada en contra del instructor Juan José Barja por el subdirector administrativo de ese entonces, Raúl Chevenier, apuntando a antecedentes «numerosos y coincidentes» que acreditaban la responsabilidad del oficial en el maltrato.

Barja encontraría la muerte un 22 de mayo de 1992, cuando fue abatido por los disparos de dos antisociales en la vía pública. Desde ahí en adelante forma parte del listado de mártires de la institución.

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