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Hillary Clinton admite que está en el mismo bando que Al Qaeda

La Secretaria de Estado Hillary Clinton ha reconocido que Al Qaeda y otras organizaciones en la «lista de terroristas» de los EE.UU. están apoyando a la oposición siria.

Clinton dijo: «Tenemos un grupo de actores muy peligroso en la región, Al Qaeda [SIC], Hamans, y los que están en nuestra lista de terrorismo, seguro, apoyando – o diciendo que apoyan a la oposición [en Siria].»

Sin embargo, al mismo tiempo, en esa entrevista para la BBC, la Secretaria de Estado de los EE.UU. repite la débil afirmación occidental de que la situación en Siria es la de una población civil indefensa bajo el «ataque continuo» de las fuerzas gubernamentales sirias.

Hay amplia evidencia de que equipos de francotiradores que ha estado asesinando a civiles desde el año pasado pertenecen a las formaciones terroristas a las que Clinton se refería.

Como lo señala Michel Chossudovsky en un reciente artículo: «desde mediados del marzo de 2011, grupos armados islamistas – con la ayuda encubierta de la inteligencia occidental e israelí – han llevado a cabo ataques dirigidos contra edificios gubernamentales, incluyendo actos de piromanía. Se ha documentado ampliamente que tiradores y francotiradores entrenados, incluyendo mercenarios, han tomado como blancos a la policía y las fuerzas armadas así como a civiles.

Hay amplia evidencia, como se expone en el informe de la Misión de Observadores de la Liga Árabe, que esos grupos armados de mercenarios son responsables de la muerte de civiles.

Mientras que el gobierno y el ejército sirios llevan una pesada carga de responsabilidad, es importante subrayar el hecho de que esos actos terroristas – incluyendo el asesinato indiscriminado de hombres, mujeres y niños – son parte de una iniciativa de la OTAN, los EE.UU. e Israel, que consiste en el apoyo, entrenamiento y financiamiento de ‘una entidad armada’ operando dentro de Siria.»

El reconocimiento de Hillary Clinton este fin de semana corrobora las afirmaciones de que grupos armados están atacando civiles y de que estos grupos son terroristas, según la definición de los propios Estados Unidos, y de que la situación en Siria no es una de violencia estatal unilateral contra su propio pueblo, sino más bien de una insurrección armada encubierta.

La admisión de Clinton justifica retrospectivamente la posición tomada por Rusia y China al vetar ambos países la resolución propuesta en el Consejo de Seguridad de la ONU el 4 de febrero, precisamente porque esa propuesta fue basada en la absurda noción de que la violencia en Siria sólo era la responsabilidad del gobierno de Al Assad.

Además, Clinton reconoce en la entrevista para la BBC que hay «una oposición muy fuerte a la intervención extranjera desde adentro de Siria, desde el exterior de Siria» – lo que tácitamente reconoce el hecho de la población Siria es consciente del hecho de que los mal llamados opositores dentro de su país son mercenarios afiliados a Al Qaida.

Mientras tanto, los aliados de los Estados Unidos en el Golfo, Arabia Saudita y Qatar, han hecho públicos, por separado, pronunciamientos en los que expresan su voluntad de enviar armas a Siria para apoyar la insurrección contra el gobierno de Damasco. Dado el todavía sustancial apoyo popular al gobierno de Bashir Al Assad, tales declaraciones de Arabia Saudita y Qatar hacia otro estado miembro de la Liga Árabe significa una interferencia sin precedentes en los asuntos internos de un estado soberano. Sin dudas, un observador jurídico podría considerar que constituyen actos auto incriminatorios de agresión internacional.

Además, tales declaraciones por parte de Arabia Saudita y Qatar, de estar dispuestos a ser insurrectos sirios, pueden ser vistas como una cínica tapadera para lo que ya está ocurriendo.

Es sabido que los estados monárquicos del Golfo ya están proveyendo ilegalmente de armas al autodenominado Ejército Libre de Siria, junto con Turquía e Israel.

Hasta el momento, los EE.UU. mantienen oficialmente la ficción de que no están involucrados en suplir de armas la oposición siria, aunque Washington ha demandado un «cambio de régimen» y a pesar de la evidencia de que fuerzas encubiertas occidentales, incluyendo operativos estadounidenses, británicos y franceses, participan activamente en los grupos de oposición.

Es muy irónico que los regímenes fundamentalistas sunitas, no electos por nadie, del Golfo Pérsico, estén apoyando a grupos afiliados a Al Qaida dentro de Siria, supuestamente para «lograr reformas democráticas».

Es la misma dinámica que prevaleció en Libia, donde el derrocamiento del gobierno de ese país por potencias occidentales y de los países del Golfo ahora ha conducido a un colapso en lo referente a los derechos humanos y las condiciones sociales.

De nuevo, Siria indica la misma alineación de fuerzas aliadas: Washington, Londres y otras potencias de la OTAN, confortablemente en la misma cama que tiranos sunitas/salafistas y terroristas, diciendo que apoyan las libertades democráticas y los derechos humanos.

Por supuesto, la verdadera agenda no tiene nada que ver, ni con las libertades democráticas ni con los derechos humanos – como la extraña alineación de aliados lo indica.

Más bien, tiene que ver con Washington y sus intermediarios tratando de fabricar un cambio de régimen en el Mundo Árabe y, más allá, tratando de alcanzar objetivos geopolíticos, principalmente en contra de los recursos energéticos. Irak, Afganistán, Libia y ahora Siria, no son más que una secuencia de paradas en la hoja de ruta global de una guerra permanente que también amenaza a Irán. Rusia y China son los blancos últimos.

Evidentemente, Washington está preparado para usar todos los medios a su alcance para hacer valer esta agenda: guerras ilegales, muertes en masa, tal vez, provocar una guerra global y el uso de armas nucleares.

Pero, seguramente, la máscara más espantosa es la de la «guerra contra el terror», cuando está visto – por las palabras de la Secretaria de Estado de los EE.UU. Hillary Clinton – que Washington ahora colabora abiertamente con el supuesto «enemigo terrorista» para lograr cambios de régimen en países deseados.

Si por lo menos las palabras engañosas de Washington pudiesen ser tomadas seriamente, si Washington fuese serio en querer un cambio de régimen para facilitar la democracia, los derechos humanos y la paz mundial, el primer régimen que calificaría de inmediato para tal cambio sería el propio Washington.

Un comentario
  • Anónimo
    6 marzo 2012 at 4:26 pm -

    ke usa haga lo mismo en corea del norte o ahora ke esta VLADIMIR PUTIN — UNITED GAYS OF AMERICA