Asesinato del jefe de seguridad libanés: ¿Orquestado por Occidente?
Siria está siendo culpada por el descarado asesinato del jefe de la seguridad libanesa, Wissam al-Hassan, en el barrio de Achrafieh en Beirut. El atentado suicida con coche bomba causó la muerte de ocho personas y 78 heridos.
Hassan es una figura central en el Líbano. Estuvo muy involucrado en la investigación del ex ministro de información, Michel Samaha, quien es partidario de al-Assad, y está acusado de planear ataques terroristas en el Líbano. Anteriormente, Hassan condujo una investigación sobre el asesinato del ex primer ministro Rafik al-Hariri. Se atribuyó el ataque tanto a Siria como a Hezbolá.
Hijo de Rafik, Saad al-Hariri, ex primer ministro y multimillonario libanés, acusó a al-Assad del asesinato de al-Hassan. «Quién mató a Wissam al-Hassan es tan claro como el día. Ciertamente el pueblo libanés no permanecerá en silencio sobre este crimen atroz y yo, Saad Hariri, prometo no quedarme en silencio», dijo a Future Television.
Cuando era más joven, al-Hariri encabezó el Movimiento Futuro, un movimiento político suní alineado con el Partido del Líbano Kataeb, también conocido como la Falange, una organización juvenil paramilitar maronita creada en 1936 por Pierre Gemayel, modelada a partir de la Falange Española y el Partido Fascista Italiano. En la década de 1970, la Falange trabajó con los israelíes (en particular con el Likud) contra la OLP en el Líbano. En 1982, estuvo involucrada en la masacre de 3.500 palestinos en los campamentos de refugiados de Sabra y Chatila en Beirut.
El Movimiento Futuro es la oposición a la Coalición 8 de Marzo, una coalición integrada por más de una docena de grupos políticos libaneses, incluido Hezbolá y el Movimiento Amal. La Coalición 8 de Marzo se formó en respuesta a la Revolución del Cedro en 2005 tras el asesinato de Rafik al-Hariri. La Revolución del Cedro demandó el retiro de las tropas sirias del Líbano y que dejaran de interferir en la política del país.
En Europa y los Estados Unidos, la Revolución del Cedro fue retratada como un esfuerzo a nivel local para terminar con la influencia siria. Sin embargo, otros observadores creen que fue una continuación de las revoluciones de colores orquestadas por la CIA en la antigua Unión Soviética y los Balcanes.
«El Mossad y agentes de la CIA orquestaron conjuntamente oleadas de manifestaciones anti-sirias, apodadas por Occidente como la «Revolución del Cedro» basada en el cerdo símbolo del Líbano, siguiendo las líneas de las «revoluciones de colores» de que la CIA y la OTAN orquestaron con éxito para derrocar gobiernos independientes e instalar regímenes satélites pro-estadounidenses en su lugar», escribe Manjit Singh.
La salida de Siria de un Líbano entrampado en conflictos civiles después de una larga ocupación legitimada por el Parlamento libanés en el Acuerdo de Taif, con el apoyo de la Liga Árabe, fue una victoria efímera para Israel y Estados Unidos. En 2006, después de que Hezbolá obligara a Israel a retirarse del Líbano por segunda vez, las conquistas de la Revolución del Cedro fueron puestas en duda y un gran número de libaneses se volvió en contra la influencia de Estados Unidos en la región.
A diferencia de la narrativa que emana desde Estados Unidos – de que Siria y Hezbolá son responsables del asesinato de Wissam al-Hassan – es probable que sea exactamente lo contrario: el asesinato de al-Hassan es otro hecho de violencia orquestada en un Líbano sectariamente convulsionado, y está diseñado para proporcionar otro pretexto más para volcarse contra Siria e impulsar una campaña para derrocar al-Assad, y en última instancia, reducir la influencia política chií en Siria, Líbano, Irak y eventualmente Irán.
Israel considera a Siria su principal adversario en el barrio y se ha comprometido a acabar con al-Assad. «Siria desafía a Israel en territorio libanés», señalaba el «Clean Break», documento elaborado por el Study Group on a New Israeli Strategy Toward 2000. «Un enfoque eficaz, y con el que Estados Unidos puede simpatizar, podría ser que Israel tome la iniciativa estratégica a lo largo de la fronteras norte involucrando a Hezbolá, Siria e Irán, los principales agentes de agresión en Líbano».
El informe es la creación del Institute for Advanced Strategic and Political Studies, un think tank israelí-neoconservador de Washington. A pesar de que los medios del establishment nos dicen que los neoconservadores han perdido su influencia otrora primordial dentro de los círculos de política exterior en el gobierno norteamericano, su visión de la hegemonía israelí y de hacer materializar la balcanización árabe y musulmana sigue siendo preeminente en la agenda de política exterior del establishment a pesar de la salida de los neoconservadores.
Siria y Hezbolá no tienen nada que ganar con los últimos acontecimientos de los que son culpados. Tras el ataque de hoy, Hezbolá denunció «el horrible crimen [como] un atentado contra la estabilidad y la unidad nacional del Líbano » y el canciller iraní, Alí Akbar Salehi, condenó «la explosión terrorista en Achrafieh, Beirut» y expresó su «temor de que los desacuerdos dentro del [Líbano] puedan [empeorar] porque hay quienes quieren explotar el criminal incidente.»
Embajador israelí Ron Prosor, por otro lado, dijo durante un debate del Consejo de Seguridad sobre la situación en el Oriente Medio el 15 de octubre que «Irán ha suministrado a Hezbolá los fondos, la capacitación y las armas avanzadas para poder secuestrar al Estado libanés y la transformarlo en una puesto de avanzada para el terrorismo.»
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