Operación Northwoods: Los vergonzosos complots de EEUU contra Cuba
Mientras vemos el recibimiento caluroso de Obama en Cuba, se nos vienen a la mente los episodios vergonzosos del pasado en que Estados Unidos ha tratado de remover a los Castro del poder, sin contar los numerosos intentos de magnicidio, afirma el periodista Russ Baker.
Por ejemplo, el 13 de marzo de 1962, el Estado Mayor Conjunto propuso al presidente John F. Kennedy que EEUU se atacara a sí mismo y culpara de ello a la isla, en una estrategia conocida como ataque de “bandera falsa”. La idea salió de Edwards Lansdale, agente de la CIA a cargo de la Operación Mangosta dirigida contra el régimen cubano.
Kennedy la rechazó, y fue entonces cuando, afirma el autor, el mandatario entró en una fuerte pugna con las personas más poderosas del país.
El proyecto llevaba nombre: Operación Northwoods. Los antecedentes recopilados por el escritor Peter Dale Scott hacen posible describir la forma en que el Pentágono planificó llevarla a cabo.
Salta a la vista el documento del Estado Mayor Conjunto, firmado por su jefe, Lyman Lemnitzer, en el cual se hace parte de la petición de la CIA, requiriendo una “descripción breve pero precisa de los pretextos que podrían llevar a justificar una intervención militar de EEUU en Cuba”.
Entre los pretextos barajados se ideó realizar una campaña mediática del terror sobre la Cuba comunista en Miami y otras ciudades de Florida. Los blancos serían los refugiados que buscaban cobijo en Estados Unidos. Se hundiría una embarcación de cubanos camino a Florida (real o simulada). Se fomentarían atentados a la vida de refugiados cubanos al punto de herirlos y que ello recibiera una amplia publicidad. Se detonarían bombas plásticas en sitios predeterminados. Se arrestarían a agentes cubanos y se liberarían documentos previamente preparados que dieran sustento al involucramiento de los Castro, proyectando además su imagen como la de un gobierno irresponsable.
Este fue sólo uno de los nueve párrafos que compusieron el menú de posibles “provocaciones” y “engaños” contra Cuba (ver resto de documentos).
Que Lemnitzer estuviera de acuerdo con el plan no debía sorprender, afirma Peter Dale Scott. Sólo meses antes, en julio de 1961, había apoyado al director de la CIA Allen Dulles en su cometido de realizar un ataque nuclear sorpresa de carácter “preventivo” contra la Unión Soviética. El general de la Fuerza Aérea norteamericana, Leon Johnson, había cifrado en 140 millones las muertes que ello causaría.
La cosa es que al menos una de las propuestas realizadas en el documento de Northwoods – el descubrimiento e interceptación de armas cubanas en la playa de otro país – pudo haber sido implementado en secreto. En noviembre de 1963, Venezuela anunció el hallazgo de un arsenal de armas cubanas en sus costas, consistentes en rifles, ametralladoras y municiones.
Esto ocurrió poco después de que John F. Kennedy le pidiera al director de la CIA John McCone evidencias sobre la injerencia de Fidel Castro en Venezuela, antecedentes que serían “presentados en un foro público como la OEA (Organización de Estados Americanos)”. Oficiales de la CIA llevaron uno de los rifles encontrados a los Kennedy y, de acuerdo a los escritos de Richard Helms, el presidente alabó el trabajo.
“Estados Unidos no ha estado immune a la tentación de moldear sucesos, opiniones y trayectorias históricas: la explosión de un buque estadounidense, The Maine, en La Habana, pudo haber sido creada para incrementar el apoyo popular a una invasión de EEUU a Cuba; el incidente del Golfo de Tonkin, ataque atribuido a los norvietnamitas, fue usado para ampliar el conflicto en Vietnam; la Operación Gladio, consistente en ataques terroristas en Europa, a finales de los 70’, fueron adjudicados a izquierdistas, pero eran realizados por redes de la derecha apoyadas por la inteligencia estadounidense”, destaca Russ Baker.