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La histórica incompetencia de los jefes de la CIA

El último escándalo que afectó al director de la CIA y ex general de Estados Unidos, David Petraeus, expulsado por una “relación extramatrimonial”, es otro episodio que se suma a una larga lista de polémicas que involucran a los altos mandos de la Agencia.

Petraeus había sido una opción controvertida para dirigir la CIA. El presidente Obama eligió al comandante de las fuerzas estadounidenses en Afganistán, en medio de especulaciones de que el Partido Republicano estaba considerando al general para candidatearlo como presidente o vicepresidente en 2012.

La base de apoyo para Petraeus no estaba en sus tropas, quienes se referían a él como “Rey David” o “General Betray Us (Traiciónanos)”, sino en la clase política de Washington. Petraeus estaba más ligado a casa, hablando ante reuniones del elitista Council on Foreign Relations (CFR) y think-tanks neoconservadores como el American Enterprise Institute, desde donde se dirigían las tropas. De hecho, Petraeus sólo estuvo a cargo de un comando de combate cuando alcanzó las dos estrellas, a la edad de 50 años, luego de que George Bush y el secretario de Defensa, Ronald Rumsfeld, lo hicieran Comandante General de la División Aérea Nº101 durante la invasión de Irak.

Aunque Allen Dulles, antiguo director de la CIA, era conocido por ser un mujeriego, no fue hasta hace unos pocos años, específicamente a finales de la Guerra Fría, que la CIA comenzó a plagarse de líderes escandalosos y poco profesionales.

Ronald Reagan comenzó a politizar la CIA cuando llevó al ejecutivo de firmas de seguridad, William Casey, a dirigir la Agencia. Casey, quien pronto ensució a la CIA con el escándalo Irán-Contras, casi provocando la caída de Reagan, eligió al donante de campaña del presidente, Max Hugel, como director de operaciones. Hugel dejó detrás una serie de escándalos involucrando transacciones, sin embargo, insiders de la CIA tenían pleno conocimiento de que Hugel, un judío nacido en Brooklyn, había sido despedido por sus sospechosos contactos con funcionarios de la inteligencia israelí.

El primer director de la CIA del presidente Clinton fue el abogado James Woolsey, un demócrata sin experiencia previa en inteligencia. Otros similares como Richard Perle, Paul Wolfowitz y I. Lewis Libby, estuvieron en el núcleo de la secta neoconservadora que posteriormente emergió al interior de la administración de George W. Bush.

Al igual que Hugel, Woolsey poseía vínculos cercanos con lobistas y agentes israelíes. Woolsey se vio obligado a renunciar por el descubrimiento del espía soviético Aldrich Ames, instalado en los altos niveles de la CIA. Luego de abandonar la Agencia, Woolsey se volvió activo en el Proyecto del Nuevo Siglo Americano (PNAC), la Fundación para la Defensa de Democracias, el Comité de Liberación de Irak y el Centro de Políticas de Seguridad. En 2008, se convirtió en asesor de la campaña presidencial de John McCain contra Obama.

John Deutch, un judío ruso de origen belga, quien poseía conocimientos en química y física, sucedió a Woolsey como director. Se descubrió que las computadoras que Deutch usaba personalmente contenían información reservada. En lo que constituía un potencial riesgo para la seguridad, sin embargo, las computadoras que Deutch llevó desde el trabajo a su hogar estaban siendo usadas para acceder a sitios web pornográficos. Funcionarios de seguridad estaban preocupados de que softwares usados por esos sitios podían estar accediendo y descargando información clasificada desde la laptop de Deutch. Ante la crisis, Deutch renunció repentinamente, el 15 de diciembre de 1996. Clinton perdonó a Deutch de cualquier falta el 20 de enero de 2001, y la investigación del Depto. de Justicia dirigida por la fiscal general Janet Reno fue congelada.

George Tenet, un miembro del personal del Congreso sin experiencia en inteligencia, sucedió a Deutch. Fue Tenet quien inventó la información de que Saddam Hussein poseía armas de destrucción masiva, diciéndole al presidente Bush, el 12 de diciembre de 2002, que la CIA tenía un argumento perfecto para ser usado contra Irak. En junio de 2004, Tenet le dijo a Bush que quería abandonar la CIA por “razones personales”.

El ex oficial de la CIA y presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara, Porter Goss, se convirtió en director de la Agencia después de Tenet. Goss repletó la CIA con personal de su propio equipo parlamentario, enfureciendo a veteranos de la Agencia. El director ejecutivo de Goss, Kyle Foggo, fue más tarde procesado por fraude y los nombres de Goss y Foggo emergieron en el escándalo de la “Madam de DC”, involucrando a mujeres escorts y un reiterado consumo de alcohol en el Hotel Watergate, en Washington. Goss renunció poco después de reunirse con Bush en la Casa Blanca, el 5 de mayo de 2006.

El ex director de la Agencia de Seguridad Nacional, el general Michael Hayden, sucedió a Goss. Haysen fue criticado por continuar usando su uniforme de la Fuerza Aérea en el área civil de la CIA, y el propio secretario de Defensa, Robert Gates, ex director de la Agencia, se encargó de llamar a retiro a Hayden y sacarle el uniforme.

Obama nombró a Leon Panetta, ex congresista demócrata, para reemplazar a Haysen. El único logro distinguido de Panetta en la Agencia fue no ser atrapado con los pantalones abajo, o con sus manos sobre asuntos israelíes indebidos.

No se puede decir lo mismo del renunciado director Petraeus, quien solo fue atrapado con sus pantalones abajo, pero en connivencia con un grupo de mujeres estrechamente ligadas a los peores enemigos de Obama, incluyendo al asesor de Mitt Romney, Karl Rove.

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