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Monitoreo de las redes sociales, una nimiedad

En este medio hace unos días atrás se tocaba el tema del monitoreo de las redes sociales (Facebook, Twitter y blogs) que realiza el gobierno de Chile. Mucho se ha discutido si es legal o ilegal que se destinen millones de pesos al fisgoneo de la población que tiene acceso a estos medios digitales. En realidad la legalidad no es la más importante de las discusiones; hoy por hoy no existe el principio de respeto de la privacidad, con la excusa de la guerra contra la delincuencia o el terrorismo, la reformulación del Ministerio del Interior hace algunos meses deja a su titular con la potestad de espiar “sospechosos” sin orden judicial (cuesta saber cómo se establecen sospechosos de ningún asunto sin proceso judicial y peor aún, determinado por el poder ejecutivo, dudo de lo constitucional de aquello).

Hace tiempo que las conversaciones telefónicas no son necesariamente secretas, aunque no se haya cometido delito alguno, el principio de presunción de inocencia hace meses murió en quienes no tienen el poder judicial, pero condenan públicamente de todos modos. Aún se esperan, al menos por decencia, las disculpas públicas que el Ministro del Interior le debe a Saif Khan, a quien le levantó injurias y calumnias por medios de comunicación y perjudicó enormemente. En manos de ese mismo ministro está nuestra privacidad, y no ha demostrado mucha prudencia a efectos de hacerle honor a la responsabilidad de acceder a la vida privada de los chilenos y extranjeros:, ser y parecer es su obligación. Que vean lo que podamos decir en red es una nimiedad frente a lo anterior.

Obviamente quienes aspiran a volver al poder han guardado conveniente silencio al respecto. El temor a la ciudadanía informada y la democracia no es exclusivo de un sector político, hace poco Wikileaks nos contó cómo se pedía ayuda para que le inventaran el peligro del “terrorismo mapuche” a una agencia de inteligencia americana personeros del gobierno anterior. Tengo amigos de otros partidos que en público piden más democracia, callando sobre el matonaje interno contra la disidencia. Es decir, reclamo contra algo persistente y creciente de nuestra clase dirigente: la distancia progresiva con sus electores terminan haciéndole desconfiar de ellos. Da lo mismo el sector político, critican lo accesorio, pero lo importante se silencia, no vaya a ser cosa que la gente vea desnuda la impostura de su rey.

Lo del monitoreo no pasa de ser una penosa intromisión entre conversaciones de gente a la que no se ha invitado al intruso, por mucho que ocurra en una cuenta pública. Imaginemos la figura de un tipo grabando las conversaciones entre privados en el espacio de Plaza los Héroes y el Paseo Independencia, simplemente poco elegante.

En una sociedad enferma se prioriza el fisgoneo a la consulta honesta, nuestras autoridades han perdido la decencia del respeto a la vida privada; es labor de la ciudadanía hacerse escuchar, nadie vendrá a salvarles de aquello que una vez arrebatado no se devolverá jamás. A pesar de las encuestas, movilizaciones, pérdida de apoyo como ambiente social aún no terminan de entender la opinión, y no se les ocurre establecer mecanismos democráticos, prefieren lo impresentable: fisgonear. Una pena que eso sea el menor de nuestros problemas como ciudadanos.

Artículo escrito por Francisco Javier Larraín S., Jefe de Área Social & Secretario Académico – IP Los Lagos, Rancagua. Publicado en El Tipógrafo, el 29 de Junio de 2011

Un comentario
  • Anónimo
    1 julio 2011 at 5:35 am -

    Felix Freeman:
    El modo de liberar esta trampa es establecer que la gente pueda escoger salirse de aquel sistema, tal como en las encuestas 😉 Si no quieres, no te incluyen.