El pasado que incomoda al jefe de la PDI de Antofagasta
Las razones que en 2012 provocaron la salida del prefecto inspector de la PDI, Víctor Hernández, desde la Brigada Investigadora del Crimen Organizado (Brico) en Santiago con motivo de un escándalo de corrupción que afectó a policías de dicha unidad, no obstaculizan su actual destinación en la Región de Antofagasta.
Actualmente, el jefe policial está a cargo de supervigilar el trabajo de quienes indagan la desaparición del ex guía turístico del Hotel Alto Atacama, Kurt Martinson, proceso en el que no sólo intervienen las Brigadas Antinarcóticos y de Homicidios de la PDI sino también un grupo de la Brigada de Ubicación de Personas (Briup) proveniente de la capital.
Bajo el mando de Hernández, los detectives han apuntado a una hipótesis que descarta la participación de terceros en el desvanecimiento de Kurt. Y aunque su cuerpo no ha sido encontrado, han señalado que éste falleció de “hipotermia” luego de sufrir una presunta descompensación psicológica que lo llevó a caminar sin rumbo en el desierto.
A estas alturas – plantean ex policías – la no entrega de elementos consistentes a la justicia por quienes están a cargo de dilucidar una causa de presunta desgracia como ésta puede convertirse en un dolor de cabeza que, de no ser atendido a tiempo, llevaría a repetir escenarios como el de Alto Hospicio o el caso Matute, que demandaron reingenierías completas de equipos policiales y generaron sospechas de familiares ante la posible obstrucción de agentes del Estado en las diligencias.
En el caso de Kurt, la Jefatura de Asuntos Públicos de Investigaciones ha intervenido con fuerza para privilegiar la hipótesis del “desvarío mental” por encima de otras líneas de investigación que lleva adelante el fiscal Raúl Marabolí.
Una fuente del proceso plantea incluso la existencia de una supuesta maniobra digitada por el jefe regional de la PDI de Antofagasta para permitir que un periodista de “Informe especial” de TVN acompañara al equipo de búsqueda encabezado por el subcomisario Christian Salinas de la Briup Metropolitana, con tal de favorecer la versión institucional omitiendo antecedentes clave, como las contradicciones de personal del Hotel Alto Atacama que constan en la carpeta investigativa o la desaparición de registros de video del recinto.
Las mismas fuentes policiales que hablaron con El Ciudadano traen a colación el pasado del prefecto Víctor Hernández como subalterno del ex agente de la DINA, Daniel Cancino Varas, actualmente prófugo de la justicia por el asesinato del mirista Carlos Guerrero Gutiérrez. En ese tiempo integraba la Dirección de Inteligencia Policial de la PDI combatiendo las acciones del Grupo Lautaro.
Pero también recuerdan – si se quisiera poner en duda su responsabilidad de mando en el estado actual de las cosas – cuando hace tres años varios detectives de la Brico, unidad de élite dirigida por Hernández, fueron investigados por narcotráfico, lavado de dinero y cohecho, y él “nada supo” de lo que ocurría bajo sus propias narices.
Según publicó El Mercurio, el entonces subprefecto “salió del cargo por la responsabilidad que tenía al estar al mando de la cuestionada unidad”. La determinación del director general Marcos Vásquez fue enviarlo desde la Región Metropolitana a Chiloé, sin dictar sanciones en su contra.
En abril de 2013, la Corte de Apelaciones de San Miguel confirmó la sentencia del 12 Juzgado de Garantía de Santiago que condenó a Giovanni Sepúlveda y Jorge Haeger, dos detectives de la Brico, por malversación de caudales públicos, circulación de moneda falsa y falsificación de un parte policial en colusión con una banda de asaltantes que robó cerca de $260 millones de la casa de cambio “Láser” en 2011.
Una suerte parecida corrió el detective “estrella” de la Brico, Cristián Ajraz, hermano de un ex escolta del presidente Ricardo Lagos.
Ajraz fue puesto a disposición de la justicia en compañía de un agente del Servicio Nacional de Aduanas y un funcionario del Servicio de Impuestos Internos, todos ellos involucrados – según el Ministerio Público – en una red de narcotráfico dedicada a internar droga desde Arica para ser comercializada en el sector sur de Santiago.