Bienvenido a la era de la furia
Actualmente estoy escribiendo un libro sobre la crisis económica global y los movimientos de resistencia, rebeldes y revolucionarios globales que han aparecido como reacción a esta crisis. Nuestro mundo está en medio de la mayor crisis económica, social y política que la humanidad ha enfrentado en forma colectiva. El alcance es verdaderamente global en su contexto, y los efectos se hacen sentir en cada localidad. El curso de la crisis económica global es el resultado directo e intencional de la lucha de clases, llevada a cabo por las élites políticas y económicas contra los pueblos del mundo. El objetivo es simple: todo para ellos y nada para ti. Por el momento, la crisis es particularmente grave en Europa, ya que las elites europeas están implementando una estrategia coordinada de lucha de clases contra el pueblo a través de la «austeridad» y el «ajuste estructural», eufemismos políticos utilizados para ocultar su verdadera intención: la pobreza y la explotación.
Los pueblos del mundo, sin embargo, están empezando a levantarse, amotinarse, resistir y rebelarse. Este breve artículo es una introducción a los movimientos de protesta y rebeliones que han tenido lugar en todo el mundo en los últimos años en contra de los sistemas y estructuras de poder arraigados. No es más que un pequeño adelanto de la historia que se examinará en mi próximo libro. Por favor, considera donar al People’s Book Project para poder financiar la realización de este volumen.
Los que gobiernan y dominan nuestro mundo y sus pueblos están conscientes que los cambios estructurales y sociales que derivarían en disturbios y rebelión social. De hecho, ellos estado advirtiendo sobre la posibilidad de semejantes movimientos revolucionarios globales desde hace varios años. La élite está muy preocupada, sobre todo ante la perspectiva de los movimientos revolucionarios se extiendan más allá de las fronteras y los límites tradicionales de las estructuras estatales. Zbigniew Brzezinski, el ex Asesor de Seguridad Nacional de Jimmy Carter, cofundador de la Comisión Trilateral junto al banquero David Rockefeller, y pensador estratégico achi-elitista del imperio estadounidense, ha estado advirtiendo de lo que él denomina «despertar político global», como desafío central para las élites en un mundo cambiante.
En junio de 2010, publiqué un artículo titulado, «El despertar político global y el nuevo orden mundial«, donde examiné esta realidad cambiante y, en particular, las palabras de Zbigniew Brzezinski para identificar a la misma. En diciembre de 2008, Brzezinski publicó un artículo para el New York Times en el que escribió: «Por primera vez en la historia humana casi toda la humanidad está políticamente activa, políticamente consciente y políticamente interactiva. El activismo político global resultante está generando un aumento en la búsqueda de dignidad personal, respeto cultural y oportunidades económicas en un mundo dolorosamente marcado por los recuerdos de largos siglos de dominación colonial o imperial extranjera». Esta situación se vuelve más precaria para las élites, ya que están implementando una transición global donde las potencias del Atlántico – Europa Occidental y Estados Unidos – están experimentando la decadencia de sus 500 años de dominación mundial. Brzezinski escribió que lo necesario para mantener el control en este mundo cambiante es que Estados Unidos impulse «un esfuerzo colectivo hacia un sistema más completo de la gestión global», o en otras palabras, más poder para ellos. Brzezinski sugirió que, «el anhelo de dignidad humana en todo el mundo es el desafío central inherente al fenómeno del despertar político global». En 2005, Brzezinski escribió:
No es exagerado afirmar que ya en el siglo XXI, la población de gran parte del mundo en desarrollo está políticamente agitada y en muchos lugares esperando por disturbios. Es una población muy consciente de la injusticia social en un grado sin precedentes, y a menudo resentida por su percepción de falta de dignidad política. El acceso casi universal a la radio, la televisión, y crecientemente, al Internet, está creando una comunidad de percepciones y envidias compartidas que puede ser galvanizada y encausada por las pasiones demagógicas políticas o religiosas. Estas energías trascienden las fronteras soberanas y representan un desafío tanto para los Estados existentes, así como para la jerarquía global existente, sobre la que Estados Unidos aún se posa…
Los jóvenes del Tercer Mundo son especialmente inquietos y resentidos. La revolución demográfica que encarnan es también una bomba de tiempo político. Con la excepción de Europa, Japón y Estados Unidos, el bulto de rápida expansión demográfica bajo la barrera de los 25 años de edad está creando una enorme masa de jóvenes impacientes. Sus mentes han sido movidas por sonidos e imágenes que emanan desde lejos y que intensifican su descontento con lo que está a la mano. Su potencial vanguardia revolucionaria probablemente surgirá de entre las decenas de millones de estudiantes concentrados en la frecuencia intelectualmente dudosa de las instituciones educativas de «tercer nivel» de los países en vías de desarrollo… Por lo general procedentes de la inseguridad social de la clase media baja, e inflamados por un sentimiento de indignación social, estos millones de estudiantes revolucionarios-en-potencia, ya están semi-movilizados en grandes congregaciones, conectados por Internet, y pre-posicionados para una repetición en mayor escala de lo ocurrido años antes en la Ciudad de México o en la Plaza de Tiananmen. Su energía física y frustración emocional está a la espera de ser disparada por una causa, una fe, o un odio.
Importante remarcar que Brzezinski no ha estado escribiendo acerca de este concepto de manera abstracta, sino que durante años ha estado viajando y exponiendo en varias conferencias y think tanks de las élites nacionales e internacionales, que en conjunto formulan la política de las naciones poderosas del mundo. En declaraciones al think tank estadunidense de élite, el Carnegie Council, Brzezinski advirtió respecto «al desafío global sin precedentes que representa este fenómeno único de un masivo despertar político verdaderamente global de la humanidad», donde vivimos «en una época en que la humanidad en su conjunto se está volviendo políticamente consciente y políticamente activa en un grado sin precedentes, y es esta condición la que está generando una gran cantidad de turbulencia internacional». Brzezinski señaló que gran parte del «despertar» ha sido apuntalado por el papel de Estados Unidos en el mundo, y la realidad de la globalización (que Estados Unidos proyecta sobre todo el mundo como única potencia hegemónica global), y que este despertar «está empezando a crear algo totalmente nuevo, a saber: un nuevo reto ideológico o doctrinario que podría llenar el vacío creado por la desaparición del comunismo». Escribió que observa «los inicios, en escritos y agitación, de la elaboración de una doctrina que combina anti-americanismo con anti-globalización, y los dos podrían convertirse en una fuerza poderosa en un mundo muy desigual y turbulento».
En 2007, el Ministerio de Defensa británico publicó un informe donde analiza las tendencias globales de las próximas tres décadas para mejorar la planificación del «futuro contexto estratégico» de los militares británicos. El informe señaló que: «La clase media podría convertirse en una clase revolucionaria, tomando el papel previsto por Marx para el proletariado…. la clase media mundial podría unirse, usando el acceso a sus conocimientos, recursos y habilidades para dar forma a los procesos transnacionales bajo su propio interés de clase». En mi artículo de abril de 2010, «La crisis económica global: disturbios, rebelión y revolución«, cité el informe oficial del Ministerio de Defensa, señalando lo siguiente:
La pobreza absoluta y las desventajas comparativas inflaman la percepción de injusticia entre aquellos cuyas expectativas no se cumplen, incrementan la tensión y la inestabilidad, tanto dentro como entre las sociedades y resulta en expresiones de violencia tales como el desorden, la delincuencia, el terrorismo y la insurgencia. También puede dar lugar al resurgimiento de ideologías no solamente anti-capitalistas, sino que posiblemente vinculadas a lo religioso, movimientos anarquistas o nihilistas, pero también el populismo y el resurgimiento del marxismo.
En diciembre de 2008, el director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, advirtió que la crisis económica podría llevar a «violentos disturbios en las calles». Dijo que si la elite era capaz de impulsar una recuperación económica para 2010, «entonces, pueden desarrollarse disturbios sociales en muchos países – incluyendo las economías avanzadas», refiriéndose al mundo occidental e industrializado. En febrero de 2009, el jefe de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Pascal Lamy, advirtió que la crisis económica «podría desencadenar una inestabilidad política igual a la observada durante la década de 1930». En mayo de 2009, el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, declaró que si la crisis económica no termina, «se corre el riesgo de una grave crisis humana y social con implicaciones políticas muy serias».
A principios de 2009, el alto funcionario de inteligencia en los Estados Unidos, Dennis Blair, Director Nacional de Inteligencia (que supervisa todas las 16 agencias de inteligencia estadounidenses), afirmó que la crisis económica global se había convertido en la principal amenaza para la «seguridad» (es decir, el dominio) de Estados Unidos. Le dijo al Comité de Inteligencia del Senado: «Me gustaría comenzar con la crisis económica mundial, debido a que ya se perfila como la más grave en décadas, sino en siglos… Las crisis económicas aumentan el riesgo de inestabilidad del régimen que se pone en peligro si se prolongan por un período de uno a dos años… Y la inestabilidad puede aflojar las frágiles salvaguardas de muchos países en desarrollo en materia de orden, lo que puede esparcirse de forma peligrosa en la comunidad internacional». También señaló que, «podría haber una reacción contra los esfuerzos estadounidenses de promover el libre mercado, ya que la crisis fue generada en Estados Unidos… En general, estamos considerados como los culpables de ella».
En diciembre de 2008, la policía griega disparó y asesinó a un estudiante de 15 años en Exarchia, un reducto libertario y anarquista de Atenas. El asesinato dio lugar a miles de manifestantes y los disturbios esparciéndose por las calles, en lo que el New York Times calificó como «los peores disturbios en décadas». Aunque desencadenadas por la muerte de la joven estudiante griego, las protestas fueron resultado de problemas sociales profundos y sistémicos, el aumento de la pobreza, el estancamiento económico y la corrupción política. Protestas de solidaridad se llevaron a cabo en toda Europa, incluyendo Alemania, Francia y el Reino Unido. Pero aquello fue sólo una muestra de lo que vendría en los años siguientes.
En los primeros meses de 2009, cuando la crisis económica golpeaba de forma contundente en los países de Europa del Este, con el aumento del desempleo y la inflación, la región se dirigía a una «primavera del descontento«, con protestas y disturbios desarrollándose en Lituania, Bulgaria, y Letonia. En enero de 2009, más de 10.000 personas salieron a las calles en Letonia en una de las mayores manifestaciones desde el fin del régimen soviético. Una manifestación de unos 7.000 lituanos derivó en disturbios, y pequeños enfrentamientos entre la policía y manifestantes tuvieron lugar en Bulgaria, la República Checa y Hungría, mientras que la policía de Islandia lanzaba gases lacrimógenos contra una manifestación de unas 2.000 personas fuera del parlamento, lo que derivó en la renuncia del primer ministro. El jefe del FMI dijo que la crisis económica podría causar más agitación «en casi todas partes», y agregó: «La situación es muy, muy seria». Una masiva huelga se llevó a cabo en Francia, sacando a cientos de miles de trabajadores a la calle e impulsando activistas y dirigentes anti-capitalistas al frente de un movimiento social cada vez mayor.
El 1 de mayo 2009 – el día de activismo sindical conocido como «Día del Trabajador» – vio protestas y disturbios generándose a lo largo de Europa, incluyendo Alemania, Grecia, Austria, Turquía y Francia. En Alemania, los bancos fueron atacados por manifestantes, derivando en numerosas detenciones; hubo más de 150.000 manifestantes en Ankara, Turquía; más de 10.000 personas salieron a las calles en Madrid, España; miles de personas salieron a las calles en Italia y Rusia, y el malestar social continuó propagándose por Europa del Este. Los resultados de una encuesta hechos públicos en mayo del 2009 revelaron que en Estados Unidos, Italia, Francia, España, Gran Bretaña y Alemania, la mayor parte de la población consideraba que la crisis económica conduciría a un incremento del «extremismo político».
En abril de 2009, el G20 se reunió en Londres, y se encontró allí con grandes protestas, atrayendo a decenas de miles de personas a las calles. En el distrito financiero de Londres, los manifestantes rompieron las ventanas del Royal Bank of Scotland, beneficiario de un masivo plan de rescate del gobierno durante las primeras fases de la crisis financiera. Un hombre, Ian Tomlinson, cayó muerto en las calles de Londres después de ser asaltado por un oficial de policía británico, que más tarde fue interrogado bajo sospecha de homicidio.
En noviembre de 2011, se desarrolló un mes de protestas estudiantiles y sentadas en Alemania, Austria y Suiza, generadas por los recortes presupuestarios y los gastos de matrícula. Las protestas comenzaron en Austria, donde los estudiantes se tomaron la Universidad de Viena durante más de un mes, se extendió rápidamente a otras ciudades y escuelas en Alemania, donde alrededor de 80.000 estudiantes participaron en protestas en todo el país, con tomas en 20 universidades a lo largo del país , y la Universidad de Basilea en Suiza, también fue tomada por los estudiantes.
El pequeño país insular de Islandia vivió lo que se ha denominado como la «Revolución de las Cacerolas«, en el país alguna vez calificado por la ONU como el mejor para vivir en 2007, ya finales de 2008, sus bancos colapsaron y el gobierno renunció en medio de masivas protestas. Los bancos fueron nacionalizados, Islandia tuvo una nueva primer ministro, una mujer homosexual que trajo un gabinete de mayoría femenina, despidió a ejecutivos del banco, reescribió la Constitución con una participación ciudadana significativa y el gobierno tomó medidas para cancelar las deudas y se negó a rescatar a los inversionistas internacionales. Ahora, la economía va mucho mejor, y por ello nadie está hablando de Islandia en los medios (lamentable es el poder de la «tiranía» de un buen ejemplo). Islandia ha contratado a un ex-policía caza recompensas para localizar y arrestar a los banqueros que destruyeron la economía del país. Mientras las cargas de la deuda de una parte significativa de la población de Islandia se han suavizado, se proyecta que Islandia tendrá un crecimiento económico más rápido que el de la eurozona y el mundo desarrollado en 2012. Según informa Bloomberg, la principal diferencia entre el manejo de Islandia y el resto del mundo «desarrollado» de la masiva crisis económica, es que Islandia «ha puesto las necesidades de su población por encima de los mercados a cada paso». En lugar de premiar a los banqueros por haber generado la crisis, como lo hemos hecho en Europa y América del Norte, los islandeses los han arrestado, y han protegido a los propietarios de viviendas en vez de embargarlos.
Cuando Grecia llegaba a dominar la noticia a principios de 2010, con conversaciones sobre un rescate, las protestas comenzaron a desarrollarse con mayor frecuencia en el pequeño país de la eurozona. A principios de mayo, una huelga general fue convocada en Grecia contra las medidas de austeridad que el gobierno estaba imponiendo a fin de obtener el rescate. Fueron incendiados bancos, se arrojaron bombas molotov contra la policía antidisturbios, que arrojó gas pimienta y lacrimógeno, golpeó con lumas a los manifestantes, y tres personas murieron de asfixia en uno de los bancos siniestrados.
En mayo de 2010, el historiador británico Simón Schama, escribió un artículo para el Financial Times titulado «El mundo se tambalea al borde de una nueva era de furia«, donde explicó que los historiadores, «te dirán que a menudo existe un retraso entre el inicio del desastre económico y la acumulación de la furia social». En el primer acto, escribió, «el shock de una crisis inicialmente genera desorientación y miedo» y una «fiebre de políticos mesiánicos». En el segundo acto se observa «un público peligrosamente alienado» que «contempla la interrupción brutal de sus expectativas crecientes», lo que lleva a apuntar a que alguien «tiene que haber diseñado la desgracia común», lo cual, por cierto, es verdad (aunque Schama no lo diga). Para manejar esta situación, las élites deben involucrarse en el «control de daños» donde los responsables son llevados ante la justicia. Schama apuntó que «el impacto psicológico de la regulación financiera es casi tan importante como su institucionalidad profiláctica», o, en otras palabras: el efecto de propagandístico de la llamada «regulación financiera» en calmar el enojo de la plebe de enojo es tanto o más importante que las regulaciones financieras mismas. Por lo tanto, los que cabildean contra la regulación financiera, advirtió Schama, «podrían poner en peligro sus propios intereses a largo plazo». Si los gobiernos no «reafirman la integridad de la administración pública», entonces el público percibirá que «los perpetradores y el nuevo régimen son cortados con la misma tijera». Al final, escribió Schama, las élites que tratan de poner en práctica las medidas de austeridad y otros programas presupuestarios impopulares tendrán que «ofrecer una historia convincente respecto al reparto de las cargas», porque si no lo hacen, «garantizarían que la mala situación se ponga muy fea, muy rápido».
Cuando el presidente francés, Nicolás Sarkozy, comenzó a implementar medidas de austeridad en Francia, sobre todo la conocida como «reforma de las pensiones», sindicatos y partidarios organizaron huelgas masivas en septiembre de 2010, reuniendo cerca de tres millones de personas en las calles en más de 230 manifestaciones a lo largo del país. Soldados armados con ametralladoras patrullaron algunas estaciones de metro como funcionarios del gobierno utilizaron la amenaza inflada y convenientemente programada de un «ataque terrorista» de «alto riesgo». Más huelgas tuvieron lugar en octubre, con los estudiantes franceses uniéndose a la manifestaciones, con estudiantes de alrededor de 400 escuelas secundarias en todo el país construyendo barricadas de contenedores con ruedas para evitar otros estudiantes asistieran a clases, informándose que casi el 70% de los franceses apoyaban la huelga. Los informes de los participantes variaron entre la cifra del gobierno de más de 800.000 personas y la cifra de los sindicatos de 2 a 3 millones de personas saliendo a las calles. El Wall Street Journal describió las huelgas «una respuesta irracional» a la «iniciativa perfectamente racional» de la reformas de Sarkozy.
En noviembre de 2010, los estudiantes irlandeses en Dublín comenzaron a protestar contra el aumento de matrícula en la universidad, con sentadas pacíficas enfrentándose a la violencia de la policía antidisturbios, y cerca de 25.000 estudiantes salieron a las calles. Aquella fue la protesta estudiantil más grande en Irlanda en una generación.
En Gran Bretaña, donde un nuevo gobierno de coalición llegó al poder – reuniendo a conservadores (liderados por David Cameron, el Primer Ministro) y liberales demócratas (liderado por Nick Clegg, viceprimer ministro) – se presentaron alzas de las matrículas universitarias, triplicando el costo de 3 a 9.000 libras. El 10 de noviembre, cuando cerca de 50 mil estudiantes salieron a las calles de Londres, la sede del Partido Conservador en el centro de Londres terminaba con sus ventanas destrozadas por los estudiantes, que luego entraron en el edificio y lo ocuparon, incluso reuniéndose en la azotea del edificio. La policía continuó «conteniendo» a los manifestantes en la zona, no permitiéndoles entrar o salir dentro un espacio cerrado, lo que resultó en reacciones violentas. El primer ministro, David Cameron, calificó a la protesta de «inaceptable». El Christian Science Monitor se preguntó si los estudiantes británicos eran «precursores de la violencia venidera contra las medidas de austeridad». Subsecuentemente hubo advertencias de que Gran Bretaña se dirigía a un invierno de descontento.
Decenas de miles de nuevo salieron a las calles de Londres a fines de noviembre, incluyendo estudiantes secundarios que marcharon junto a los universitarios, de nuevo derivando en disturbios, con los medios poniendo su atención el rol de las jóvenes que participaban en las protestas y disturbios. Protestas han tenido lugar en varias ciudades de todo el Reino Unido, en mayor medida pacíficas, a excepción de los ‘disturbios’ de Londres, y con estudiantes tomándose varias escuelas, como Oxford. Las protestas estudiantiles devolvieron la «clase» al discurso político. En noviembre, varias universidades fueron ocupadas por los estudiantes, incluyendo la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de la UWE Bristol y el Manchester Metropolitan. Varias de las tomas de escuela se extendieron por días e incluso semanas. Las universidades luego amenazaron con desalojar a los estudiantes. Las tomas de la escuela fueron la representación de un posible nuevo movimiento social construyéndose en el Reino Unido. Algunos comentaristas las presentaron como un «momento de definición política de una generación».
A principios de diciembre de 2010, el Parlamento británico votó a favor de triplicar el valor de las matrículas universitarias, con miles de estudiantes protestando en las afueras, dando lugar a violentos enfrentamientos con la policía, que irrumpieron a caballo en una multitud de estudiantes, disparando gases lacrimógenos y golpeando con lumas a los jóvenes, como de costumbre. Puesto que las tácticas abiertamente agresivas de la policía para «contener» a los manifestantes generan reacciones violentas, David Cameron, calificó entonces las reacciones de los estudiantes a las tácticas policiales como las de una «turba salvaje.» Un estudiante en silla de ruedas fue detenido dos veces por la policía, y otro estudiante golpeado en la cabeza con una luma terminó con una lesión cerebral. Mientras las protestas se transformaban en disturbios contra la policía durante la noche, un infame incidente llevó a que el príncipe Carlos y su esposa Camilla fueran atacados por los manifestantes mientras su auto cruzaba entre la multitud en lo que se llamó «la peor violación de la seguridad real en una generación», cuando la pareja real se enfrentó directamente con la plebe furiosa que atacó su Rolls-Royce y Camilla fue incluso ‘pinchada’ con un palo, mientras algunos manifestantes gritaban, «¡que les corten la cabeza!», y otros coreaban, «¿Cuáles calles? ¡Nuestras calles!». A medida que las protestas estudiantiles se continuaban durante enero de 2011, el comando anti-terrorista de Scotland Yard se comunicó con funcionarios universitarios solicitándoles datos de «inteligencia», ya que los estudiantes incrementaban sus actividades de protesta, esperando que tuvieran lugar más tomas.
En diciembre de 2010, se desarrolló una huelga del tráfico aéreo español, que mantuvo en tierra los vuelos de 330.000 personas y que llevó al gobierno a declarar el estado de emergencia, amenazando a los huelguistas con la cárcel si no volvían a trabajar.
A mitad de diciembre, se inició un levantamiento en el país norafricano de Túnez, y en enero de 2011, la larga dictadura de 23 años de un títere franco-estadounidense, Ben Alí, había llegado a su fin. Aquello representó la primera gran chispa de lo que ha llegado a ser conocido como Primavera Árabe. Las protestas fueron al mismo tiempo en erupción en Argelia, Jordania, Egipto, Yemen y otros lugares. A fines de enero de 2011, escribí un artículo titulado, «¿Somos testigos del comienzo de una revolución global?«, apuntando que las protestas en el norte de África estaban comenzando a calentarse sobre todo en Egipto. Egipto entró en su período revolucionario moderno, llevando al fin del reinado del longevo dictador, Hosni Mubarak, y aunque los militares han estado tratando de detener la lucha del pueblo, la lucha revolucionaria continúa hasta hoy, y sin embargo el gobierno de Obama continúa otorgando 1.300 de dólares en ayuda militar para apoyar la violenta represión contra la insurrección democrática. La pequeña isla del Golfo Árabe de Bahréin (que alberga a la Quinta Flota estadounidense) también experimentó un gran levantamiento democrático, que ha sido constante y brutalmente aplastado por la monarquía local y Arabia Saudita, con el apoyo de Estados Unidos, incluyendo la venta de armas a la dictadura.
A principios de 2011, las protestas de los estudiantes británicos unieron sus fuerzas con una protesta social más amplia contra la austeridad del gobierno. Así, las protestas continuaron durante los siguientes meses a lo largo del país, convirtiéndose los bancos en un blanco común, debido a los esfuerzos del gobierno por gastar dinero de los contribuyentes para rescatar a los bancos corruptos mientras recorta en salud, servicios sociales, asistencia social, pensiones y eleva las matrículas. Varias sucursales bancarias fueron tomadas y otros experimentaron protestas – a menudo muy creativas – organizadas afuera de las sucursales de bancos cerrados. El 26 de marzo, cerca de 500.000 manifestantes salieron a las calles de Londres contra las medidas de austeridad. Aún en julio de 2011, una toma de estudiantes de una escuela se mantenía en Leeds.
A lo largo de 2011, las protestas en Grecia acrecentaron su tamaño y furia. En febrero, cerca de 100.000 personas salieron a las calles de Atenas contra las medidas de austeridad del gobierno, dando lugar a enfrentamientos con la policía antidisturbios, que se prolongaron durante tres horas, con la policía lanzando gases lacrimógenos y aturdidores y algunos manifestantes respondiendo con piedras y cócteles molotov. En junio de 2011, Grecia vivió grandes enfrentamientos entre manifestantes y la policía, o lo que a menudo se denomina «disturbios». Durante una huelga general a finales de junio, la policía fue a la guerra contra los manifestantes reunidos en el centro de Atenas. Las protestas continuaron durante todo el verano y el otoño, y en noviembre, cerca de 50 mil griegos salieron a las calles de Atenas.
En marzo de 2011, cuando Portugal se hundía en su propia gran crisis y se acercaba un plan de rescate de la Unión Europea, alrededor de 300.000 portugueses salieron a las calles de Lisboa y otras ciudades protestando contra medidas de austeridad del gobierno. Impulsadas por la juventud, llamándose a sí misma la «generación desesperada» de Portugal, inspirada en parte por las revueltas juveniles del norte de África, el Financial Times se refirió a ella como «un inesperado movimiento de protesta que ha incorporado algunas de las más profundas reivindicaciones sociales de Portugal».
Las protestas portuguesas, inspiraron a su vez a los «indignados» o movimiento 15-M español (llamado así por día 15 de mayo, cuando comenzaron las protestas), cuando la juventud – los indignados – o la «generación perdida», ocuparon la famosa Puerta Sol de Madrid el 15 de mayo de 2011, protestando contra el alto desempleo, la clase política, y el manejo del gobierno de la crisis económica. Las autoridades respondieron de la manera habitual: intentaron prohibir las protestas y luego enviaron a la policía antidisturbios . Miles de españoles – sobre todo jóvenes – ocuparon la plaza central, instalaron carpas y construyeron una pequeña comunidad que participaba en el debate, la discusión y el activismo. En una protesta masiva en junio de 2011, más de 250.000 españoles tomaron las calles en una de las mayores protestas en la historia española reciente. Durante el verano, ya que la acampada fue desalojada, los indignados refinaron sus tácticas, y comenzaron a involucrarse en acción directa reuniéndose en asambleas afuera de los hogares y evitando que los desalojos tuvieran lugar, después de haber detenido a más de 200 desalojos desde mayo de 2011, creando huertos orgánicos en espacios vacíos, apoyando a los trabajadores inmigrantes de las comunidades pobres, y creando «un nuevo clima social».
Los indignados llevaron a protestas de solidaridad y otras similares en toda Europa, como en Grecia, Bélgica, Francia, Alemania, Reino Unido, y más allá. De hecho, las protestas se extendió incluso a Israel, donde en julio de 2011, miles de jóvenes israelíes establecieron acampadas en protesta contra el aumento del costo de vida y la disminución del gasto social, instalándose en el mismísimo Rothschild Boulevard, un ostentosa avenida de Tel Aviv con el nombre de una dinastía bancaria muy rica. La protesta, organizada a través de medios sociales, se extendió rápidamente por otras ciudades de Israel. A finales de julio, más de 150.000 israelíes salieron a las calles en 12 ciudades de todo el país en la manifestación más grande del país en décadas, manifestándose contra «el aumento los precios y los alquileres, los bajos salarios, [y] el alto costo de la crianza de los hijos y otras cuestiones sociales.» A principios de agosto, otra protesta atrajo a unas 320.000 personas en las calles, llevando a algunos analistas a afirmar que el movimiento representaba «una revolución de una generación nos parecía incapaz de hacer una revolución». A principios de septiembre, alrededor de 430.000 israelíes salieron a las calles en la mayor manifestación en la historia de Israel.
En mayo y junio de 2011, un movimiento estudiantil entró en erupción en Chile, luchando contra la creciente privatización de su sistema educativo y la carga de la deuda que lo acompaña. El Estado – con los remanentes de la dictadura de Pinochet – respondió de forma habitual: con violencia estatal, detenciones masivas, y tratando de ilegalizar la protesta. En los enfrentamientos entre estudiantes y policías antidisturbios que tuvieron lugar en agosto, los estudiantes consiguieron ocupar una estación de televisión pidiendo una transmisión en directo para expresar sus demandas, con la ciudad de Santiago transformada en «un estado de sitio» contra los estudiantes. El «Invierno Chileno» -, como llegó a ser conocido – se transformó en un movimiento social más amplio, incluyendo organizaciones sindicales, ambientales e indígenas, y continúa hasta nuestros días.
Los Indignados inspiraron entonces el surgimiento del movimiento Occupy, que comenzó con la ocupación de Wall Street en Nueva York el 17 de septiembre de 2011, introduciendo la dialéctica del «99% contra el 1%» en la cultura popular y política. El movimiento Occupy, que refleja las tácticas iniciales de los Indignados de instalar tiendas de campaña para ocupar los espacios públicos, se extendió rápidamente por todo Estados Unidos, Canadá, Europa, y más allá. Las protestas Occupy se desarrollaron en lugares tan lejanos como Sudáfrica, en docenas de ciudades de Canadá, en países y ciudades de toda América Latina, en Israel, Corea del Sur, Japón, Australia, Nueva Zelanda, y en cientos de ciudades en Estados Unidos.
El 15 de octubre de 2011, se desarrolló un día de protesta global, inspirado en la primavera árabe, los indignados, y el movimiento Occupy, con más de 950 ciudades en 82 países de todo el mundo experimentando un día de acción global previsto originalmente por los españoles Indignados como un día de protesta europeo. En Italia, más de 400.000 personas salieron a las calles, en España había más de 350.000, unos 50.000 en Nueva York, con más de 100.000 en Portugal y Chile.
El movimiento Occupy se enfrentó posteriormente con la violenta represión policial y los desalojos de sus acampadas. El Departamento de Seguridad Interna (DHS) estadounidense estaba ocupado espiando a varios grupos Occupy a lo largo del país, y al parecer estuvo involucrado en la coordinación de la represión y los desalojos en contra de decenas de acampadas Occupy, como fue confirmado más tarde por los documentos desclasificados que demuestran la participación de la Casa Blanca en la represión. El FBI también ha emprendido una «guerra de captura» contra los grupos Occupy, en un intento por desacreditar el movimiento y tachar a sus participantes como potenciales terroristas. Siguiendo el ejemplo de cambio táctico en los indignados, los grupos Occupy comenzaron remodelar casas embargadas para personas sin hogar, ayudando a las familias a recuperar sus hogares, interrumpiendo las subastas hipotecarias, e incluso involucrándose en problemáticas de la comunidad local, como los problemas de racismo a través del grupo Occupy the Hood.
A fines de noviembre de 2011, se desarrolló una huelga de trabajadores del sector público en el Reino Unido, con decenas de miles de personas marchando en las calles de todo el país, con aproximadamente dos tercios de las escuelas cerradas y miles de operaciones hospitalarias postergadas, con los sindicatos estimando que hasta dos millones de personas fueron a la huelga. El anfitrión de un popular programa de televisión británico, Jeremy Clarkson, dijo en una entrevista en vivo que los trabajadores en huelga debían ser despedidos y fusilados frente a sus familias.
En enero de 2012, estallaron protestas en Rumanía contra las medidas de austeridad del gobierno, dando lugar a violentos enfrentamientos con la policía, intercambiándose gases lacrimógenos y bombas molotov. A medida que avanzaba el mes, las protestas se hicieron más grandes, exigiendo la renuncia del gobierno. The Economist se refirió a ellas cono el «invierno del descontento» de Rumania. A principios de febrero, el primer ministro rumano renunció frente a las protestas.
En febrero de 2012, comenzó una huelga estudiantil en la provincia canadiense francófona de Quebec contra el plan del gobierno provincial de casi duplicar el costo de la matrícula, llevando a cientos de miles de estudiantes en las calles, enfrentándose con la represión y la violencia estatal, en lo que se conoció como «Primavera Arce«. Al tratar con los problemas de la deuda, la represión y la propaganda mediática, la Primavera Arce representó un ejemplo de organización estudiantil en otras regiones de Canadá y América del Norte. El gobierno de Quebec se opone a los estudiantes organizados, pero trabaja junto al crimen organizado – representa lo que podría llamarse una «mafiocracia» – e incluso aprobó una ley que intenta criminalizar las manifestaciones estudiantiles. El movimiento estudiantil contó con el apoyo y la solidaridad de todo el mundo, incluyendo el movimiento estudiantil chileno, e incluso un grupo de cerca de 150 académicos griegos, que declaró su apoyo a la lucha contra la austeridad de la «huelga estudiantil más grande en la historia de América del Norte.»
En la primavera de 2012, los estudiantes mexicanos se movilizaron detrás del movimiento Yo Soy 132 – o «Primavera Mexicana» – que luchó contra la propaganda mediática y el establishment político en el período previo a las elecciones nacionales, y decenas de miles de personas continuaron marchando por las calles denunciando las elecciones presidenciales como amañadas y fraudulentas. The Economist señaló que los estudiantes mexicanos estaban empezando a «rebelarse».
En mayo de 2012, tanto los indignados como el movimiento Occupy llevaron al resurgimiento de su activismo en las calles, con las protestas Occupy en Seattle y Oakland derivando en enfrentamientos violentos y represión policial. Las protestas unieron a Occupy con los sindicatos, y también la policía reprimió el resurgimiento de la protesta Occupy en Londres.
En uno de los desarrollos más interesantes en los últimos meses, hemos asistido a la huelga de los mineros españoles en la provincia de Asturias, que tiene aproximadamente a 8.000 mineros en huelga contra las medidas de austeridad, recurriendo a la construcción de barricadas y a la lucha directa contra la policía antidisturbios, que llegó a sus pueblos para aplastar la resistencia de los trabajadores. Los mineros han empleado tácticas únicas, como la construcción de misiles caseros que se disparan contra el avance de las fuerzas de represión policial. A pesar de todos los gases lacrimógenos, balas de goma y lumas siendo utilizados por la policía para aplastar la huelga, los mineros siguen decididos a continuar su lucha contra el Estado. Curiosamente, fue en la misma región de Asturias donde los mineros se rebelaron contra el gobierno de la derecha española en 1934 en una de las chispas más importantes de la Guerra Civil española que enfrentó a socialistas y anarquistas contra Franco y los fascistas. Después de semanas de enfrentamientos con la policía en los pueblos mineros, los trabajadores en huelga realizaron una marcha hacia Madrid para llamar la atención sobre su creciente lucha. Los mineros llegaron a Madrid a principios de julio en medio de multitudes entusiastas, pero se encontraron pronto con la represión policial, dando lugar a enfrentamientos entre las personas y los agentes del Estado. A medida que el gobierno español continuaba profundizando las medidas de austeridad, más de un millón de personas marcharon por las calles de más de 80 ciudades de toda España, derivando en violentos enfrentamientos entre los manifestantes y la policía en Madrid.
Esta breve mirada a los movimientos de resistencia, rebeldía y revolucionarios de todo el mundo no es de ninguna manera una lista exhaustiva, ni pretende serlo. Se trata simplemente de una breve ojeada a los movimientos a los que tengo intención de profundizar para investigar y escribir sobre ellos en mi próximo libro, y de plantear la pregunta una vez más: ¿Somos testigos del comienzo de una revolución global?
Yo diría que sí, de hecho, lo estamos. El tiempo que tarde, el cómo se manifieste y se desarrolle, sus fracasos y éxitos, las caídas y los saltos, y todos los demás detalles serán para reconocerlos y examinar en la posteridad. Lo que está claro en la actualidad, sin embargo, es que no importa cuánto los medios, gobiernos y otras instituciones de poder intenten de ignorar, reprimir, dividir e incluso destruir los movimientos sociales revolucionarios que están cambiando y evolucionando crecientemente, en formas a menudo sorprendentes, y con diferentes eventos y problemas desencadenantes. Hay, sin embargo, un denominador común: allí donde hay austeridad en el mundo, donde hay represión, donde hay poder estatal, financiero y empresarial apoderándose de todo para sí mismos y sin dejar nada para los demás, los demás se están levantando.
Bienvenido a la revolución mundial.
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Andrew Gavin Marshall es un investigador independiente y escritor residente en Montreal, Canadá, que escribe sobre una serie de cuestiones sociales, políticas, económicas e históricas. También es Project Manager del The People’s Book Project y presenta un programa semanal de podcast, «Empire, Power and People», en BoilingFrogsPost.com.
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Bienvenido al gobierno mundial.