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Nuevas revelaciones sobre agentes de la CIA en Chile tras archivos desclasificados por Trump (Parte 1)

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha ordenado la liberación de 80 mil páginas de documentos previamente clasificados sobre el magnicidio de John F. Kennedy, hecho de sangre que conmovió a ese país y que impactó al mundo en noviembre de 1963. La acción de Trump, que sintoniza con una de sus promesas de campaña, ha reavivado las teorías que cuestionan la versión oficial del crimen y rechazan la posibilidad de que el pistolero Lee Harvey Oswald sea el único responsable.

Verdad Ahora inició la revisión de los archivos desclasificados por EEUU, observando que también revelan operaciones conducidas por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en distintos países de América Latina, incluyendo Chile. Parte de ellos -según distintos análisis- contendrían información ya divulgada con anterioridad, salvo por un detalle importante: la Casa Blanca ordenó prescindir de la censura de párrafos y nombres que habían sido tachados con negro en divulgaciones previas.

Esta es la primera entrega de una secuencia de publicaciones periodísticas desarrolladas por este medio que abordará las repercusiones chilenas del proceso de liberación, cuyo contenido arroja luces sobre actividades de espionaje realizadas en territorio nacional durante las décadas de 1950 a 1970.

AGENTE EN VIÑA DEL MAR

David Atlee Philips, nacido en Fort Worth, Texas, fue uno de los agentes de la CIA acusados de tener una cuestionada participación en el caso Kennedy. Según diversas investigaciones que recogen el testimonio de un cubano anticastrista, el norteamericano habría mantenido reuniones con Lee Harvey Oswald bajo el alias de «Maurice Bishop» en meses previos al fatídico desenlace del mandatario.

Un documento publicado en la liberación de 2025 -que aparenta ser un registro de personal de la CIA- revela que Philips, al momento de ser reclutado en el año 1950, declaró tener domicilio en calle Los Castaños 333, comuna de Viña del Mar, ciudad desde la cual operaba como editor del medio South American Pacific Mail, donde poseía el 51%. Su hija María Louise Philips había nacido un año antes en la capital de Santiago de Chile.

«Carnet de identidad para extranjeros, N° 3013/27 emitido en Chile. Válido de manera indefinida. Otros documentos: licencia de conducir, certificado de nacimiento, licencia militar, etc., pero no están conmigo al momento de llenar este cuestionario», señala el texto, donde precisó que compartía la religión «protestante» y apoyaba los principios del Partido Demócrata sin tener «intereses especiales ni afiliaciones».

En el mismo cuestionario, Philips menciona como uno de sus contactos para la obtención de referencias de terceros al entonces cónsul general de Estados Unidos en Valparaíso, Gilson G. Blake, señalando que llegó a Chile «en 1948 para asistir a la universidad».

Un documento del mismo legajo, que lleva la firma del jefe de estación de la CIA en Chile, Jerome Dunbar, y data del 28 de noviembre de 1951, elogia el trabajo realizado por el agente Philips en una operación denominada ZACACTUS, afirmando que, además de conducir un programa radial, mantiene «excelentes relaciones personales con todas las editoriales, corresponsales y editores de periódicos» y ha «demostrado su capacidad para manejar a FULMINATER-2 y la publicación de posters/stickers para el esfuerzo propagandístico de UN-ECOSOC».

Las siguientes líneas arrojan luces sobre el carácter de dicha labor, refiriéndose a David Atlee Philips bajo la clave «FULMINATER-1».

«Durante las operaciones LCACTING de esta Estación (de la CIA), que involucraron la impresión de posters, stickers, volantes y el ‘Communist Pig’ (Cerdo Comunista), la Estación llamó a FULMINATER-1 para hacer el trabajo. Debemos recordar que el Cuartel estuvo muy contento con el trabajo de impresión que ejecutó FULMINATER-1 en este proyecto. El proyecto dio cuenta particularmente de la capacidad de FULMINATER-1 para manejar el trabajo de ZACACTUS de manera efectiva y con discreción considerando el hecho de que los comunistas locales nunca fueron capaces de rastrear el origen del material», refiere.

En su pronunciamiento, Dunbar inyecta opiniones sobre la creciente influencia soviética en Chile, afirmando que «el impulso comunista hacia la nacionalización de la industria del cobre está ganando adherentes en forma diaria y debe ser considerado un tema serio desde el punto de vista de nuestra dependencia del cobre chileno… También creemos que se ahorrará considerable tiempo, esfuerzos y dinero al utilizar los talentos que existen ahora en Chile, como los de Ross (alude a William Ross, agregado militar de la Fuerza Aérea) y FULMINATER-1 (Philips)».

Para conocer más detalles de la operación ZACACTUS hay que remitirse a un documento previo emitido por un jefe de estación subrogante de la CIA llamado Kenneth Tendler: fue enviado el 29 de diciembre de 1951 y sugiere que Philips colabore en su misión junto a un chileno de nombre Víctor Poblete Ortega, cuyo pensamiento político es descrito por el agente viñamarino como «100% anticomunista» y quien además podía imprimir el material de propaganda de la CIA sin ser detectado.

«(Poblete) ha sido empleado durante muchos años en MacKenzie and Co., una firma británica que comparte instalaciones con la prensa de FULMINATER-1 (Philips). Sin embargo, el equipamiento de FULMINATER-1 es totalmente separado del de MacKenzie y si el trabajo encubierto es realizado de noche, como se anticipa, la opinión de FULMINATER-1 es que Poblete podría echar a andar el trabajo sin la interferencia de otros individuos», delata.

El expediente de David Atlee Philips muestra que el agente programó su salida del país en abril de 1954 luego de haber sido encomendado con la creación de un «comité anti-comunista» emplazado en Santiago durante febrero de 1952. Una ficha detalla que la Agencia no lo necesitaba más en Chile porque una operación de nombre «FURIOSO ‘C’ había sido asumida por otro activo de nombre «Martin J. Cokenius«. «El agente conoce a diversos funcionarios actuales y antiguos del personal. Posee entrenamiento del Cuartel (headquarters). Su lealtad no está en duda», anotó.

Pese al «dismisal» referido en los archivos, la cadena de papeles desclasificados permite demostrar que Philips siguió trabajando para la CIA en destinaciones como Beirut, donde habría continuado su desempeño en el campo de la guerra psicológica hacia el año 1957. Luego, en abril de 1958, el texano informó su deseo de abandonar Medio Oriente y volver a América Latina, pidiendo que todas sus pertenencias fueran enviadas a La Habana.

En otro documento emitido el 16 de junio de 1966 -casi tres años después del crimen del presidente Kennedy-, la Oficina de Finanzas de la CIA contestó a una petición de Philips para reconocer sus años de servicio al interior de la Agencia.

El texto detalla pagos desde febrero de 1951 a marzo de 1955, por diferentes intervalos, como agente a contrata; desde abril de 1955 a febrero de 1956 como empleado de personal; desde febrero de 1956 a agosto de 1958 como agente de planta; desde agosto de 1958 a marzo de 1960 a contrata, y un último salario ese mismo mes como empleado de personal.

LA PETICIÓN DE ALESSANDRI

Hacia el año 1963, la información recabada por la CIA en Chile, concentrada en dar respuesta a la «subversión cubana», era traspasada en memorándums dirigidos a los jefes militares de Estados Unidos. Uno de los informes, evacuado en junio de ese año, menciona los intentos de autoridades de seguridad chilenas -bajo presión de la Agencia- para «obstruir y hostigar a los viajeros desde y hacia Cuba», lo que derivó en la «disminución dramática de viajes de chilenos» a la isla.

«Los nombres de los viajeros a Cuba están siendo entregados al Embajador, quien los proporciona al Presidente Alessandri [el cual ha pedido que esta colaboración sea mantenida en secreto]. La información de las operaciones unilaterales de la CIA contra la Embajada de Cuba está siendo utilizada por un equipo de vigilancia nuevo que ha sido creado para revisar el propósito de los viajes proyectados y dar seguimiento a quienes retornan de Cuba», expresa el documento de manera textual.

Otro reporte del 13 noviembre de 1963 -emitido casi 10 días antes del crimen de Kennedy-, revela una asociación entre la CIA y los servicios de seguridad peruanos para infiltrar Cuba a través de contactos en Chile.

«A solicitud de la estación de la CIA en Lima, el Servicio de Inteligencia Nacional [SIN] ordenó a uno de sus infiltrados (penetrations) en grupos de izquierda promover un viaje a Cuba con la finalidad de recibir entrenamiento de guerrilla. Este agente recibió el ofrecimiento, y así lo ha aceptado, (de tener) la oportunidad de hacer un viaje con el Movimiento de Izquierda Revolucionaria [MIR], principal vehículo de actividades subversivas cubanas en Perú», indica.

Añade que «el Servicio de Inteligencia Naval Peruana [PNIS], en respuesta a los esfuerzos de la estación en Lima, ha enviado a uno de sus agentes a Chile, donde se unirá a bordo del carguero chileno hacia Habana. Al agente se le han dado requerimientos específicos de inteligencia para que sean cumplidos».

La red de informantes de la CIA en América Latina habría incluido al menos un miembro del Partido Comunista «a nivel regional», según plantea un documento emitido el 18 de febrero de ese mismo año sobre el financiamiento cubano para «operaciones subversivas», el cual menciona un incidente que involucró a la Unión Revolucionaria de la Juventud Ecuatoriana (URJE).

«Una de nuestras fuentes confiables del Partido Comunista [un líder comunista regional en contacto con el encargado cubano en Chile…] nos ha informado que el penúltimo encargado cubano en Quito responsabilizó el fiasco al hecho de que quien lo reemplazó entregó el dinero a URJE sin coordinar con el Partido Comunista regular».

LA PREOCUPACIÓN DE TOHÁ

El 23 de noviembre de 1963, un día después del asesinato de John Kennedy, la CIA informó sobre comentarios políticos surgidos entre chilenos y cubanos con respecto al magnicidio, poniendo acento en las palabras de José Tohá González -padre de Carolina Tohá-, quien es descrito como el «vice presidente del Instituto Cultural Chileno Cubano y Director del medio pro-Castro de izquierda ‘Última Hora'». El contexto es el aviso brindado por Tohá a Pedro Martínez Pirez, jefe de la Embajada de Cuba en Santiago, respecto a que «Kennedy había sido asesinado».

«Tohá dijo: ‘Este asunto de Kennedy se está poniendo color de hormiga» [posiblemente significa que el asesinato de Kennedy parece que tendrá serias repercusiones]. Martínez comentó que había escuchado que la persona arrestada era presidente del Fair Play for Cuba Committee, y que si los yankees o la CIA asesinaron a Kennedy para retomar el asalto hacia Cuba, eso daría comienzo a una Tercera Guerra Mundial», expone el mensaje.

A renglón seguido agrega: «Él (Martínez) dice que las cosas están claras y no hay duda de que ellos lo han asesinado, las contradicciones están bien definidas y el momento fue muy especial, igual que el del Maine… Martínez añadió que si EEUU está pensando en invadir Cuba, entonces deben tener todo preparado y toda la estrategia lista y por tanto se debe dar la alarma para que Cuba esté preparada… Martínez dijo creer que el gobierno de EEUU trataría de culpar a Cuba (del magnicidio)».

Aunque el contenido del cable ya fue revelado en 1996, la divulgación de 2025 añade información adicional sobre la fuente que transmitió el comentario de Tohá y Martínez a la CIA. «Un chileno que tiene buen conocimiento de las actividades dentro de la embajada cubana en Santiago, adquirida a través de una asociación prolongada con los funcionarios de la embajada. Es un informante acertado y confiable», expresa.

«Es probablemente cierto que los comentarios fueron hechos según lo informado», puntualiza.

En un próximo reportaje de Verdad Ahora expondremos la participación de agentes norteamericanos en una operación para atentar contra el exPresidente Salvador Allende y la solicitud de Anaconda Copper para financiar actividades encubiertas de la CIA.

Por Matías Rojas M.

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