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Fiscalía cerró extraño caso de conscripto que apareció muerto en el río Aysén

La Fiscalía Regional de Aysén pidió archivar la investigación del extraño fallecimiento del conscripto José Ariel Ovando Márquez (18), quien fuera hallado muerto hace aproximadamente dos años en las frías aguas del río Aysén.

El joven recluta del Regimiento Reforzado Nº14 de la ciudad de Coyhaique fue visto por última vez con vida la madrugada del 1 de abril de 2015 tras compartir con amigos en el local nocturno «La Casona», administrado por su abuela, y tomar un taxi que lo dejó a metros de su casa, ubicada en la población Ribera Sur de Puerto Aysén.

Lo que partió como una causa por «presunta desgracia» se transformó a los cinco días en una por «hallazgo de cadáver». El soldado estaba sumergido, con las piernas flectadas, al momento de ser encontrado en el sector del Muelle Artesanal, a casi cuatro cuadras de su hogar.

El caso pasó por tres investigadores: Luis Contreras Alfaro – trasladado a Coyhaique -, Pedro Poblete Viejo y Patricio Jory Echeverría. En septiembre de 2016, Jory accedió a conversar con El Ciudadano y afirmó que la participación de terceros no estaba descartada.

Según el fiscal, la autopsia practicada por el médico forense del SML, Felipe Solari, no detectó golpes en el cuerpo ni marcas de defensa por parte de la víctima, estableciendo que Ovando falleció ahogado en el río («asfixia por sumersión»). En tanto, el examen toxicológico no halló presencia de drogas en el cadáver.

La familia insiste en que el soldado – apodado «El Gringo» – era alegre y disonante con el perfil de un suicida que se ahoga voluntariamente.

«TE PASO A BUSCAR MAÑANA»

En el informe Nº 109 de la SIP de Carabineros de Puerto Aysén, del 8 de abril de 2015, aparece el testimonio de Felipe Borquez, amigo de Ovando – también recluta del Ejército – que abordó el mismo taxi a las afueras de ‘La Casona’.

«El taxista inició la marcha, pero el Gringo le decía ‘yo me quiero quedar acá para seguir vacilando’… el Gringo por el camino me iba diciendo que estaba chato con el Servicio Militar. Yo le decía que se fuera tranquilo para la casa, que al otro día teníamos que recogernos temprano al Regimiento. En ese momento llegamos al frontis de su casa, donde yo le dije al Gringo si me iba a pasar a buscar en la mañana para irnos juntos al Regimiento… el Gringo me dijo ‘sí hermano, yo te paso a buscar mañana'», declaró.

Respecto a lo anterior, Jory señaló a este medio que la información pesquisada apunta a que los amigos compartieron «en un club nocturno hasta altas horas de la noche, habían ingerido mucho alcohol e incluso la víctima se encontraba ebria, razón por la que un familiar consigue que los lleven a ambos en un taxi, para que al otro día se fueran al regimiento. No tenemos ningún antecedente directo que pudiese entregarnos alguna motivación de suicidio o enfermedad anterior de ese tipo (depresión) que pudiese justificar el haberse quitado la vida».

Investigando por cuenta propia, la familia aportó al Ministerio Público una serie de videos capturados por cámaras de vigilancia municipales en un sitio cercano al lugar del hallazgo del cuerpo sin vida de José. En uno de ellos se observa a un grupo de individuos que caminan cerca de la costanera durante la noche.

«No se ve con claridad qué cargan las personas, solo se alcanza a distinguir a primera vista algo de color rojo, mismo color de la chaqueta con la que fue encontrado muerto, flotando en el río, el conscripto», publicó el diario El Divisadero el 20 de mayo de 2015.

PatricioJory

Fiscal Patricio Jory.

El registro fue analizado por la PDI. «Lo que nosotros hicimos fue buscar la forma de mejorar la imagen a través de una pericia audiovisual. Esas imágenes son de alrededor de dos días con posterioridad a la última vez que se le vio con vida al señor Ovando. No hay ningún antecedente – de hecho, esa es la conclusión de la pericia – que pudiese afirmar que ese grupo de personas (siete) llevara algún bulto», dijo el fiscal Jory, agregando que la calidad de la secuencia imposibilitó la identificación de los sujetos para su empadronamiento.

En los últimos meses, la policía civil enfocó su trabajo en la ubicación de una testigo vinculada al ambiente nocturno, que guardaría consigo información vital para el caso y abandonó la ciudad por «temor a represalias».

HERIDAS ABIERTAS

El recuerdo amargo de los fallecimientos de jóvenes de Puerto Aysén, ocurridos entre 1998 y 2001 – y que en algún momento fueran vinculados a tráfico de drogas y violencia policial -, continúa afectando la relación de víctimas con el Poder Judicial.

Mauricio Daza, el abogado que logró echar atrás la detención arbitraria del procurador de los querellantes de ese proceso, Carlos Alvear – dispuesta por la entonces ministra en visita Alicia Araneda -, tomó en 2009 el caso de Nataly Arias, escolar de 16 años que fue ultrajada y asesinada por un mecánico. En esa oportunidad, el penalista criticó a la administración de justicia por imponer bajas penas al involucrado y transmitir que «la vida de un adolescente en la Región de Aysén, vale menos que la vida de un adolescente de Santiago, Valparaíso u otras regiones del país».

«En la causa de Nataly Arias nosotros tuvimos también un período complicado. Esa investigación duró cerca de un año y con un imputado sobre el cual teníamos ciertas definiciones, sin embargo, no teníamos muchos antecedentes», recordó el fiscal Patricio Jory.

En torno a las declaraciones de Daza, el persecutor dijo esperar «que si las personas no están de acuerdo con el resultado de la investigación (por el caso de José Ovando), sea por un punto de vista técnico y no porque consideren que nos motiva un desdén o una negligencia, derechamente, o no nos importan los fallecimientos en Aysén”.

Para los familiares del conscripto – quien desempeñaba labores en una bodega del Regimiento -, «hay hartas cosas raras que no coinciden». El primer fiscal encomendado a resolver el enigma, Luis Contreras, se negó a incorporar en las diligencias a la Brigada de Homicidios de la PDI (esto solo fue posible cuando Jory tomó el expediente), y el trato que recibieron de Carabineros tampoco fue el mejor. «Ellos dijeron que no nos preocupáramos, que quizás andaba en ‘casas de huifas'», evocó un pariente que habló con El Ciudadano.

La familia también duda sobre el último lugar en que Ovando estuvo la madrugada 1 de abril, ya que una persona habría visto al recluta en las afueras de otro cabaret, en compañía de individuos con corte militar.

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