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Desalojo de la acampada de Plaza Italia: No nos van a derrumbar, esto recién comienza

El sábado 30 de julio en la noche, los “Indignados” de la Plaza Italia de Santiago fueron desalojados por Carabineros. Llevaban casi 3 meses acampando – aunque sin carpas, siendo prohibida la instalación de estas en la vía publica – en ese lugar central de la capital, realizando diariamente actividades políticas, sociales y culturales.

En un periodo en el cual Chile experimenta movimientos sociales numerosos y multitudinarios (contra Hydroaysen, por la educación gratuita, contra el incremento del precio del gas en Magallanes, por el derecho a una vivienda digna, contra las termoeléctricas en Atacama, y mucho mas…) ese grupo de jóvenes eligió una forma original de contribuir a ese despertar popular: decidieron tomarse el espacio público para hacer de este un lugar político, como se hizo en Madrid, Barcelona, Atenas y numerosas ciudades del mundo… Más que por reivindicaciones o metas especificas, su acción se caracteriza por algunos principios fundamentales.

Primero, la recuperación del espacio público, con el objetivo de que este no sea solamente un lugar de paso que sirve para transitar, vender, comprar y vigilar. Quisieron utilizarlo para convivir juntos – manteniendo una vida colectiva día y noche – y para hacer política, mediante la organización de asambleas callejeras y debates. Quisieron que la palabra público recobre su sentido, a través de esa acampada que llama la atención de los transeúntes, de actividades gratuitas y abiertas a toda la ciudadanía, y de un panel informativo que permite la libre expresión de los individuos y movimientos sociales.

Segundo, la voluntad de hacer cosas aquí y ahora, en vez de esperar a cambios futuros, o pedir soluciones al gobierno de turno. Empezaron a experimentar otras formas de organizar la vida colectiva (mediante comisiones o espontaneidad y comunicación) y otras formas de compartir opiniones, conocimientos y bienes materiales. En particular mantuvieron durante esos meses una biblioteca popular, gracias a la cual cada uno podía sacar libros, sin dejar nada a cambio ni garantía, anotando su nombre en un cuaderno.

También instauraron un sistema de trueque, en el cual intercambian objetos que sobraban en su casa o procedentes de donaciones, en contra de sus necesidades cotidianas: lápices, papel higiénico, frazadas, producto lava loza… Además de contribuir a la perennidad logística de la acampada, eso permite volver a darle una utilidad a los objetos, y un valor otro que el monetario. Otra actividad es la del reciclaje, por la cual recolectan desechos plásticos que se pueden ocupar para la construcción y aislamiento. Además de esas tres instancias permanentes se organizaron talleres muy diversos, desde el macramé y la pintura hasta la poesía y el yoga, pasando por los idiomas mapudungun y francés.

Tercero, pusieron mucho énfasis en el principio de la no violencia activa, y su ley de oro: “cuando tratas a los demás como quieres que te traten, te liberas”. Según explican esa actitud les permite oponerse a un sistema social violento sin utilizar esa misma violencia, lo que les hace más fuertes. También sirve en el debate y la convivencia cotidiana, para evitar los conflictos o resolverlos mediante el dialogo, al aprender a conocer y entender el otro. Gracias a esa filosofía y estrategia, sus relaciones con Carabineros habían sido bastante tranquilas hasta ahora. Pero las quejas de ciertos vecinos modificaron la situación.

Estos se contactaron con la Junta de vecinos y la Alcaldía de Providencia alegando por las supuestas molestias que generaba la presencia de los “Indignados”. Más que todo, parece que fue un reportaje difundido en Chilevisión lo que precipitó el desalojo. En ese reportaje muy tendencioso según indican los ocupantes de la Plaza, se les presentaba con los habituales estereotipos mediáticos: ociosidad, desorden, marginalidad, vagabundeo, etc. Los así llamados periodistas no hablaron con ellos, no explicaron las razones de su presencia ni dieron cuenta de sus actividades, y solo dieron la palabra a ciertos vecinos hostiles, que  explicaban entre otras cosas que los jóvenes orinaban en las escaleras del metro…. Además, destacaban la “inacción” de los Carabineros, lo que incitó estos a reaccionar para preservar la imagen de la institución, y garantizar “la aplicación de la ley”. Así que el sábado en la noche, realizaron el desalojo de la acampada, sin violencia ya que no hubo resistencia física de parte de los “Indignados”. Sin embargo, ellos piensan mantener una presencia diurna (especialmente entre las 16 y las 22 horas) y aseguran que las distintas actividades previstas tendrán lugar. Si bien existe decepción y amargura dentro de los participantes, muchos consideran que esto solo es un principio y quieren seguir adelante.

En Valparaíso, los estudiantes que acamparon en la Plaza O’Higgins frente al Congreso en la noche del martes pasado también tuvieron que dejar el lugar, en la mañana siguiente, frente a la amenaza de una intervención de Fuerzas Especiales. Pero siguen presentes sus compañeros corriendo alrededor del Congreso hasta cumplir las 1.800 horas que corresponden a los 1.800 millones de dólares necesarios para financiar la educación gratuita en Chile.

En las dos ciudades mencionadas – y seguramente en otras – el actuar policial y la desinformación por parte de los grandes medios de comunicación no impedirán que surgen nuevas iniciativas de este tipo. Porque la calle es de todos, y la política también.

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