Movimiento estudiantil, dominación por deudas y lucha de clases en Canadá
Nota del Editor: Este artículo es parte de una serie titulada «La Lucha de Clases y la Crisis Universitaria» de Andrew Gavin Marshall. Publicamos esta serie de artículos ya que ayudan a comprender la problemática de la mercantilización de la educación desde una perspectiva global y a conocer el estado de los movimientos estudiantiles en otras regiones del mundo.
Existe un proceso en curso en Canadá, liderado por la élite empresarial y financiera, y dirigido contra la población en general, los pobres, y los jóvenes, con la intención de beneficiar a los ricos y poderosos, castigar a los pobres y robar a los demás, para sumergirlos en la pobreza, reprimirlos, controlarlos y dominarlos: este proceso se llama «lucha de clases» y es liderado por los súper-ricos contra el resto de la población, supuestamente superflua. Su objetivo es simple: preservar, proteger y ampliar el control y la dominación de los ricos sobre la mayoría.
En Quebec, donde la lucha de clases ha realizado un asalto específico contra los estudiantes y los jóvenes, finalmente aparecen cada vez más indicios y las acciones de que los jóvenes están empezando a luchar. El gobierno provincial de Quebec – la provincia francófona de Canadá – ha decidido duplicar los costos de matrícula para los próximos años. Estas medidas han llevado a cientos de miles de estudiantes a lo largo de Quebec a la huelga en protesta por el aumento de las tasas. Puesto que Quebec tiene en la actualidad los menores costes de matrícula en Canadá para los residentes, una gran cantidad de medios de comunicación y comentarios sobre el tema están esmerados en arremeter contra los quebequenses por su concepto de «derechos» y «quejarse» porque tienen que pagar lo que otros pagan. El debate se centra en torno a la «necesidad» de que el gobierno de Quebec deba reducir su deuda – equilibrar su presupuesto – enmarcando los costos del aumento de la matrícula como una necesidad que debe ser aceptada, y cuando es resistida, desacreditar a los manifestantes como poco realista y mezquinos.
¿Entonces es cierto que Quebec tiene las tasas más bajas de matrícula en Canadá? Sí. Sin embargo, los residentes de Quebec también pagan los impuestos al ingreso más altos de todo el Canadá. [1] Uno de los grandes reclamos por parte del gobierno de Quebec en cuanto al porqué la matrícula debe aumentarse es la afirmación de que las universidades de Quebec se encuentran entre las más «insuficientemente financiadas» en Canadá, y por lo tanto, necesitan aumentar su financiación con el fin de aumentar su «competitividad». Sin embargo, de acuerdo al mismo gobierno de Quebec, el gasto público total en educación (en 2008-2009) ascendió al 1,94% del PIB, frente al 1,76% de Ontario, y el 1.65% de Canadá en su conjunto. Al mismo tiempo, el gasto universitario total por alumno en Quebec asciende a los 29.242 dólares, en comparación con los 26.383 dólares en Ontario, y los 28.846 dólares para Canadá en su conjunto. [2] De este modo, las universidades de Quebec se financian mucho más que el resto de Canadá, así que el argumento no tiene peso.
Las universidades de Quebec se financian más que las otras universidades canadienses, mientras que los residentes de Quebec pagan más en impuestos que el resto de Canadá, ¿por qué el aumento de la matrícula? Como las tasas de matrícula para las universidades aumentaron, el gasto público en educación disminuye. Como explica la Federación de Estudiantes Canadienses:
En los últimos quince años, las tasas de matrícula en Canadá se han elevado hasta convertirse en el gasto más grande para la mayoría de los estudiantes universitarios. Los dramáticos aumentos en las tasas de matrícula en este período fueron el resultado directo de los recortes a la financiación pública para la educación post-secundaria por parte del gobierno federal y, en menor grado, de los gobiernos provinciales. La financiación pública representa en la actualidad un promedio de aproximadamente el 57% de los fondos de funcionamiento universitarios, frente al 84% de hace dos décadas. Durante el mismo período los derechos de matrícula han aumentado de un 14% de los fondos de operación de más del 34%. [3]
Esto marca un paso «desde un modelo de financiación pública hacia un sistema privatizado de cuotas por usuario», que ha hecho que la «educación post-secundaria se vuelva inalcanzable para muchos canadienses de bajos y medianos ingresos.» A los mediados de los 60, casi todo el financiamiento de las universidades canadienses era proporcionado por los gobiernos federal y provincial, y las tasas de matrícula eran muy bajas o inexistentes. Este proceso comenzó a cambiar en la década del 80, con el auge del neoliberalismo en la economía política global, que vio movidas hacia la reducción del gasto social de los gobiernos. Como la financiación del gobierno disminuyó, los costos de matrícula se elevaron, y como resultado, entre los años 80 y principios de los 90, las tasas de matrícula en Canadá prácticamente se duplicaron. En 1995, el gobierno federal liberal de Canadá recortó 7 mil millones de dólares en el gasto de las provincias, dando lugar a «los mayores aumentos de las tasas de matrícula en la historia de Canadá.» Quebec había, sin embargo, resistido el impulso de hacer pagar más a los estudiantes, algo que estaba ocurriendo en todas las demás provincias canadienses. En la década del 90, el promedio de las tasas de matrícula de pregrado en Canadá era de 1.464 dólares. Hoy el promedio se ha más que triplicado a 5.138 dólares [4]
¿Por qué tiene lugar este proceso? ¿Por qué el gasto público en educación (y otros programas sociales) se redujo, mientras que los gastos personales de todos estos servicios se incrementaron? La respuesta no está en la «eficiencia» o «equilibrio presupuestario», sino más bien, en la lucha de clases.
En abril de 2007, TD Bank (uno de los «cinco grandes» bancos que dominan la economía de Canadá) dio a conocer un «plan para la prosperidad» para la provincia de Quebec, que recomienda, entre otras cosas, elevar el costo de la matrícula: «mediante el aumento de las tasas de matrícula, pero centrándose en una mayor asistencia financiera a los necesitados, las instituciones educación post-secundaria (EPS) estarán mejor posicionadas para prosperar y ofrecer educación e investigación de clase mundial». [5] En una provincia de Canadá, Nueva Escocia, el gobierno contrató a un ex economista jefe del Banco de Montreal, Tim O’Neill, para evaluar las finanzas de la educación superior, y como era de esperar, abogó por mayores tasas de matrícula. [6] Los bancos, por supuesto, tienen un gran interés en promover el aumento de los costos de matrícula, debido a que pueden ofrecer préstamos a los estudiantes y sacar ganancias de los intereses de la deuda del estudiante, al igual que algunos malévolos súcubo que se fortalece cada vez más drenando la fuerza y el potencial vital de las generaciones futuras, que están condenadas a la esclavitud por deudas. Así que, naturalmente, nuestros gobiernos toman el consejo de los bancos, porque saben que son sus verdaderos amos.
Cabe señalar, además, que esto no es más que un problema de Quebec o Canadá. Decenas de miles de estudiantes en el Reino Unido está planeando una marcha en protesta por el aumento de la matrícula, que «están sacando a los estudiantes de la educación». [7] El Movimiento Occupy en los Estados Unidos se está moviendo hacia las universidades, mientras en los campus de California se han desarrollado manifestaciones y protestas contra los «recortes presupuestarios del estado en la educación y las alzas resultantes en la matrícula». [8] En España, más de 30.000 estudiantes salieron a las calles de Barcelona protestando por las de los recortes de austeridad en la educación, y luego, por supuesto, se enfrentaron con la represión del Estado. [9] Tal vez lo más impresionante fue el masivo movimiento estudiantil que se ha desarrollado en Chile durante el año pasado.
La Crisis Universitaria
¿Qué es la «crisis universitaria»? Es muy sencillo: nuestra sociedad está produciendo con jóvenes profesionales con mas educación que nunca antes, los que luego se gradúan en un mercado sin trabajo, y lo que es más, se gradúan con una gigantesca deuda. La educación profesional que los estudiantes reciben, en combinación con la pesada y autoritaria carga de la deuda y la insatisfacción por la inmensa falta de oportunidades para ellos, generarán un gran grupo de gente movilizada, educada, activa y muy enojada. Esto es lo que se conoce como «pobreza de expectativas», en donde las expectativas inculcadas a un grupo o sector de la sociedad no pueden ser satisfechas por la sociedad en que viven. En cualquier sociedad, en cualquier período de la historia, esta es una receta para el malestar social, la resistencia, la rebelión, y potencialmente la revolución.
Naturalmente, las élites de cualquier sociedad temen ese escenario, por lo que siempre aparecen con distintos métodos de gestión para estas condiciones cada vez más problemáticas. Las soluciones, siempre, siempre están encaminadas a encontrar métodos y medios para socavar la capacidad y la eficacia del grupo objetivo de movilizar y organizar a su causa, en este caso, los estudiantes. Recortar los presupuestos en educación y aumentar las tasas de matrícula es un medio muy eficaz para crear condiciones más ‘deseables’ para las élites. ¿Cómo es eso? Cualquier forma de «austeridad» es esencialmente un acto de lucha de clases, llevada a cabo por la clase alta contra el resto. Austeridad significa que los presupuestos se reducirán y los costos se incrementarán, ya sea a través de impuestos, aumentos directos en servicios y necesidades, o más a menudo, ambas cosas. El propósito declarado de las «medidas de austeridad» es reducir la deuda (o gasto) y aumentar la rentabilidad (o ingresos), con la presunta intención de eliminar la deuda con el tiempo. Ese, sin embargo, no es el verdadero propósito de la austeridad, y por lo tanto, nunca es el resultado. El resultado es realmente es elevar la deuda, e imponer un régimen de «genocidio social»: el aumento de las cargas, los costos, los impuestos, y las penurias de la población en general. Para los pobres, significa desesperación; para la clase media, significa pobreza; y para los ricos, significa prosperidad y el poder.
La crisis actual se deriva de los acontecimientos que tuvieron lugar en la década del 60, que vieron un aumento del activismo y la participación de la población en general, y especialmente de los jóvenes. Las universidades fueron un caldo de cultivo para el activismo y los movimientos que buscaban la generación de mejoras sociales. La respuesta de la élite para este escenario, en los Estados Unidos en particular, pero también en todo el Mundo Occidental en su conjunto, fue declarar una «crisis de la democracia» en la cual muchas personas estaban haciéndole demasiadas demandas al sistema, donde todas las formas de autoridades estaban bajo ataque, y la legitimidad de las autoridades se puso en duda. Las élites de izquierda y derecha vieron la aceleración de la participación democrática y el activismo como un asalto a su concepción de lo que la «democracia» debía ser – es decir, un estado que sirva a sus intereses exclusivos. Desde la derecha, la Cámara de Comercio de Estados Unidos – y desde los internacionalistas liberales, la Comisión Trilateral – lanzaron un gran ataque nacional y global contra la oleada de activismo democrático al Comisión Trilateral definido como un «exceso de democracia». El resultado de este ataque: neoliberalismo y deuda. Los dos documentos que más influyeron en este ataque a la democracia fueron el «Memo Powell» de 1971 enviado a la Cámara de Comercio de Estados Unidos, que describe un programa detallado de cómo las grandes empresas pueden reorganizar la sociedad para sus propios intereses, y el informe de la Comisión Trilateral de 1975, «La Crisis de la Democracia», que delinea una ideología para la élite, que vio que el problema de la sociedad estaba en un «exceso de democracia» y que lo que se requiere es corregir la balanza a favor de las élites y aumentar la apatía y la pasividad de la población. La Cámara de Comercio representa a todos los intereses de las empresas más importantes en los Estados Unidos, mientras que la Comisión Trilateral (fundada en 1973 por el banquero David Rockefeller), representa alrededor de 350 personajes de élite en las áreas de la academia, finanzas, negocios, gobierno, política exterior, medios de comunicación y fundaciones de América del Norte, Europa Occidental y Japón.
El resultado de ello fue disminuir el financiamiento gubernamental para la educación, aumentar las matrículas y otros costos, elevar la deuda de los estudiantes y la población en general en su conjunto (a través de tarjetas de crédito, hipotecas, préstamos, etc.), y fusionar la educación superior y las grandes empresas: mercantilización y privatización de las universidades.
Como parte de este proceso, el conocimiento se transformó en «capital» – dentro del «capitalismo del conocimiento» o de una «economía del conocimiento». Los informes del Banco Mundial y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en la década de 1990 transformaron estas ideas en una «plantilla directiva.» Esta buscaba establecer «una nueva coalición entre la educación y la industria», donde «la educación una vez reconfigurada aparecería como una forma de capital del conocimiento masivamente subvalorado que determinará el futuro del trabajo, la organización de las instituciones del conocimiento y la forma de la sociedad en los próximos años.» [10]
El conocimiento se define así como un «recurso económico», lo que llevaría al crecimiento de la economía. Por lo tanto, en la era neoliberal, donde todos los aspectos de la productividad y el crecimiento económico se privatizan (supuestamente para aumentar su eficiencia y capacidad productiva, ya que sólo el «libre mercado» lo puede hacer), la educación – o la «economía del conocimiento» – sí, estaba destinada a ser privatizada. [11]
Resolviendo la «Crisis Universitaria»
En febrero de 2011, se informó que la deuda promedio de una familia canadiense había llegado a más de 100.000 dólares, es decir el 150% de sus ingresos. Así, por cada 1.000 dólares en ingresos, descontados los impuestos, la familia media canadiense debe 1.500 dólares. Las cifras de la deuda incluyen hipotecas, préstamos estudiantiles, deudas de tarjetas de crédito y líneas de crédito. En 1990, la familia media canadiense era capaz de tener más o menos 8.000 dólares en ahorros, en 2012, esa cifra es de 2.500 dólares. Así, mientras al público se les dice constantemente que la «recesión» se acabó, esto simplemente no es cierto para la población en general, aunque pueda parecer verdad en los informes trimestrales de las empresas multinacionales y los bancos de Canadá. Un informe de 2011 indicó que «eran 17.400 los hogares atrasados en sus pagos hipotecarios por tres meses o más en 2010, hasta un 50% más desde que comenzó la recesión. La morosidad de tarjetas de crédito y las tasas de quiebra también siguen siendo más altas que antes de la recesión.» [12]
En febrero de 2012, esta tasa ingreso-deuda no sólo no mejoró, sino que está aún peor, alcanzando un nuevo récord. [13] El estado de las familias canadienses es, en efecto, cada vez peor. Más de la mitad de los puestos de trabajo creados desde el «fin» de la «recesión» fueron para mayores de 55 años, dejando a la juventud luchando por encontrar trabajo, mientras los trabajadores de edad tienen que permanecer trabajando más tiempo, volviendo de su retiro, ya que no pueden sobrevivir con sus pensiones, y por lo tanto, los jóvenes están viviendo en casa más tiempo y permanecer en la escuela por más tiempo. Los ligeros aumentos en los ingresos por hora no se han mantenido con la inflación, y por lo tanto equivale a una pérdida de ingresos mientras la desigualdad de ingresos sigue creciendo entre los súper-ricos y el resto. [14]
Mark Carney, gobernador del Banco de Canadá (el banco central de Canadá), es también Presidente del Consejo de Estabilidad Financiera del Banco de Pagos Internacionales (BPI) en Basilea, Suiza – el banco central de los bancos centrales del mundo – y que opera bajo los auspicios del G-20. Carney había servido previamente como subgobernador del Banco de Canadá, en el Departamento de Finanzas de Canadá, y pasó trece años en Goldman Sachs antes de eso.
El Banco de Canadá, al igual que todos los bancos centrales, sirve a los intereses dominantes de la élite de la nación, y también a la élite financiera internacional un sentido más amplio. La junta directiva del Banco de Canadá incluye a William Black, ex director general de Maritime Life, que se sienta en los consejos de administración de la Universidad de Dalhousie, el Shaw Group, Standard Life de Canadá, y Nova Scotia Business Inc.; Philip Deck, director general de Extuple, Inc. (una corporación de tecnología financiera), antiguo socio de la gestión de banca mercantil de la empresa Partners HSD, y está en el consejo de uno de los principales think-tanks canadienses, el CD Howe Institute; Bonnie DuPont, ex vicepresidenta de Enbridge Inc., ex directora de la Junta Canadiense del Trigo, actual directora de la empresa de agro-negocios Viterra Inc., UTS, parte de la junta de gobernadores de la Universidad de Calgary, miembro del Instituto de Directores Corporativos, y es ex presidenta del Club Calgary Petroleum; Jock Finlayson, vicepresidente del Consejo Empresarial de la Columbia Británica, ex vicepresidente del Consejo Canadiense de Jefes Ejecutivos (un think-tank formado por los mejores 150 CEOs de Canadá), y miembro de la Fundación del Oeste de Canadá; Daniel Johnson, director de Bombardier, IGM Financial, Mackenzie Financial Corporation, Investors Group, y ex Ministro de Industria y Comercio en la provincia de Quebec; David Laidley, Presidente Emérito de la firma Deloitte & Touche LLP, parte de los consejos de indemnizaciones de Nautilus Limited, Inc. ProSep, EMCOR Group, Aviva Canada Inc., la Fundación Cole, y de varias juntas directivas de la Universidad McGill. El resto de los directores del Banco de Canadá son casi exclusivamente hombres de negocios o ex funcionarios del gobierno (dos mujeres en total), y todos ellos son blancos, de modo que, naturalmente, representan s la luchadora familia canadiense.
En marzo de 2012, el Banco de Canadá advirtió que la deuda de los hogares «sigue siendo el mayor riesgo interno» de la economía canadiense. Si bien parte de la función del Banco es establecer las tasas de interés, ha mantenido las tasas de interés muy bajas (1%) con el fin de alentar los préstamos (y, de hecho, las familias han terminado más endeudadas como resultado). Sin embargo, señala el Banco, las tasas de interés tendrán que subir en algún momento. Los economistas de los bancos más importantes de Canadá (CIBC, RBC, BMO, TD, y Scotiabank) naturalmente apoyan este tipo de fatalidad, como dijera un economista de BMO, «si bien es poco probable que las tasas aumenten en el corto plazo, el siguiente paso probablemente sea el alza antes que la baja, y así podría despegar antes de lo que actualmente se anticipa.» El economista jefe de CIBC señaló que, «los mercados se darán cuenta ligero cambio hacia mejor en la economía, y podrían adelantar la fecha implícita de la primera alza de tasas.» Esto se traduce en: la economía va bien para los grandes bancos, por lo que exigirá mayores tasas de interés sobre las deudas, y sumirán a la población canadiense en la pobreza; la «mano invisible del libre mercado «en acción [15]. El aumento de las tasas de interés significa el aumento de los pagos de las deudas, lo que significa un aumento del sufrimiento de los endeudados, que constituyen la mayoría de la población.
Puesto que el Banco de Canadá advierte que las tasas de interés aumentarán, quizás durante este año, el pueblo canadiense – altamente endeudados – van a sufrir mucho y es probable que no cumplan con sus pagos de intereses. Puesto que un gran mayoría de la deuda y los intereses están las hipotecas, esto potencialmente podría generar una gran crisis inmobiliaria, que ya está en proporciones de burbuja (especialmente en Vancouver, ahora la ciudad más cara para vivir en América del Norte), y arrastre a la clase media y al resto de la economía canadiense hacia abajo con ella. Incluso el TD Bank ha dicho que el mercado inmobiliario está sobrevalorado (es decir, artificialmente), y advirtió de una inminente «corrección» (es decir, crisis económica). [16]
Mientras crece la brecha entre los ricos y todos los demás en casi todos los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), Canadá no es una excepción. El 10% de los canadienses más ricos gana diez veces más que el 10% más pobre. El 1% más rico en Canadá, vio aumentada su participación en los ingresos totales de 8,1% en 1980 al 13,3% en 2007, mientras que el 0,1% más rico registró un aumento del 2% al 5,3%. Las políticas fiscales en Canadá fortalecen la brecha de la riqueza. En 1981, la tasa de impuestos para la parte superior de los asalariados era del 43%, y en 2010, del 29%. Como declarara el Secretario General de la OCDE en diciembre de 2011, «El contrato social está empezando a desarmarse en muchos países… Este estudio desmiente la hipótesis de que los beneficios del crecimiento económico de forma automática pasarán eventualmente a los desfavorecidos y que la mayor desigualdad social, fomenta una mayor movilidad.» Por lo tanto, «la desigualdad seguirá aumentando.» [17]
En un estudio de 2008 de la OCDE, Canadá fue señalado como uno de los países con los peores índices de desigualdad y cada vez mayores, afirmando que, «En los últimos 10 años, los ricos son cada vez más ricos, dejando a las clases medias y pobres más pobres por detrás.» El 3,8% más rico de los hogares canadienses controlaba el 66,6% de toda la riqueza financiera en 2009, con tasas que estaban en aumento. Mientras el gobierno conservador de Canadá siga llevando a cabo recortes en el impuesto de sociedades, esta disparidad se incrementará, con el gobierno de Harper aportando 60 mil millones de dólares en recortes de impuestos corporativos, mientras mantiene un déficit presupuestario de 30 mil millones de dólares (de deuda pública). A pesar de todos los recortes de impuestos para las empresas, el dinero que no se gasta en impuestos tiende a ir a los accionistas y muy poco se destina a las inversiones o la creación de empleo, lo que significa que los beneficios no se «chorrean hacia abajo», sino más bien, como era de esperar, se van hacia arriba. Como señalan las políticas y los programas fiscales del Primer Ministro Harper, «Cuanto más alto sea el ingreso, mayor será la rebaja de impuestos.» El economista senior de la Confederación Sindical Internacional señalara, «La creciente brecha entre los ricos y el resto de nosotros tiene muchas causas, incluyendo una mayor remuneración para los que más ganan, beneficios mucho más altos como porcentaje de la economía, menos poder de negociación de los trabajadores, y menos impuestos progresivos… las políticas fiscales conservadoras claramente van a agravar el problema.» [18]
El Conference Board de Canadá dio a conocer un estudio en el otoño de 2011, que declaró que «la desigualdad del ingreso ha aumentado más rápidamente en Canadá que en Estados Unidos desde la década del 90,» y a nivel global, «Canadá ha tenido el cuarto mayor aumento en la desigualdad de ingresos entre sus pares.» El Presidente del Conference Board explicó: «A pesar de que los Estados Unidos tiene actualmente la brecha de ingresos más grande entre ricos y pobres de esos países, la brecha en Canadá ha aumentado a un ritmo más rápido.» [19]
Entre los países de la OCDE, el que tiene los mayores índices de desigualdad no otro el plato experimental del neoliberalismo, Chile, seguido por Israel, Italia, Portugal, Reino Unido y Estados Unidos. Mientras que el 10% más rico de los canadienses tenían un ingreso promedio de 103.500 dólares, el 10 más pobre tenía un ingreso promedio anual de 10.260 dólares. [20]
Mientras Canadá es a menudo aclamado como el país más prometedor para salir de la crisis económico-financiera de 2008, ya que sus bancos quedaron en mayor medida fuera del mercado inmobiliario de derivados (y por lo tanto, estaban protegidos), los hechos en terreno presentan una realidad diferente. Como informó The Economist en 2010, de las 31 naciones de la OCDE, Canadá clasificó como el país 22 en términos de peor pobreza infantil, uno de cada diez canadienses (unos 3 millones) es pobre; 610.000 de ellos son niños. En noviembre de 2010, se informó que aproximadamente 900 mil canadienses dependían del reparto de alimentos, un aumento del 9% respecto al año anterior, con cerca de 300.000 personas sin hogar. La mayoría de los pobres son madres solteras, inmigrantes, aborígenes y canadienses con discapacidad. A lo largo de los 80 y 90 (con la aplicación de las políticas neoliberales), los pagos de asistencia social a estos grupos fueron reducidos, con la Columbia Británica como el partidario más entusiasta de exacerbar la pobreza infantil, donde se situó en el 10,4% en 2010. [21]
El costo de la pobreza es bastante extenso:
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