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Escala conflicto entre la CIA y el Senado estadounidense por espionaje

En cartas dobles enviadas el miércoles al Departamento de Estado y a la Agencia Central de Inteligencia, el líder de mayoría del Senado, Harry Reid, refrescó las acusaciones de espionaje inconstitucional de la CIA en contra del parlamento, realizadas el 11 de marzo por la presidenta del Comité de Inteligencia del Senado, Dianne Feinstein.

Las misivas de Reid constituyen una escalada importante en el conflicto surgido luego de la exposición pública que sufrió el espionaje de la CIA en contra de dicho comité del Senado, encargado de fiscalizar legalmente a la agencia de inteligencia.

La CIA buscaba saber cómo el Comité llegó a poseer un informe interno de la Agencia llamado “Panetta Review”, que reconocía la existencia de torturas en prisiones secretas de la CIA en el extranjero, y el posterior encubrimiento realizado por agentes y funcionarios de la Casa Blanca. El panel del Senado ha preparado un reporte de 6,300 páginas sobre el programa de torturas, el cual comenzó en 2002 bajo la administración Bush y terminó oficialmente bajo la administración Obama en enero de 2009. La CIA ha estado luchando para prevenir la publicación del documento por más de un año.

En su mensaje al fiscal general Eric Holder, un alto funcionario del Departamento de Justicia, Reid recalcó el propio reconocimiento de la CIA de haber accedido a los archivos de una red computacional reservada para los integrantes del Comité de Inteligencia. Luego declaró: «La decisión de la CIA de acceder a los recursos y trabajos finales del brazo legislativo, sin permiso alguno, es absolutamente indefendible, sin importar el contexto. Esta acción tiene serias implicancias en lo que respecta a la separación de poderes”.

Reid denunció la determinación del consejero general de la CIA, Robert Eatinger, de presentar un recurso legal ante el Departamento de Justicia por la posesión del documento “Panetta Review”, lo cual llamó “un intento transparente de intimidar al Comité y socavar su fiscalización de la Agencia”. La carta señala que Eatinger es nombrado 1,600 veces en el informe del programa de torturas y que tiene “un claro conflicto de interés” en la investigación.

Reid indicó que las acusaciones de mala conducta en contra del Comité del Senado no tienen fundamento. “Para conocimiento mío, la CIA no ha generado evidencias para apoyar sus afirmaciones. La acusación de que el Comité del Senado, que no posee entrenamientos técnicos, ‘hackeó’ de alguna forma las redes altamente clasificadas de la CIA, es algo absurdo que llega a ser cómico”.

La misiva concluye resumiendo el problema constitucional básico: “La CIA no sólo ha interferido con la fiscalización legal del Congreso a sus actividades, sino que también ha intentado, aparentemente, intimidar a sus fiscalizadores sometiéndolos a una investigación criminal. Estos hechos impactan al corazón de la separación constitucional de poderes entre los brazos legislativo y ejecutivo. Si no se le cuestiona, esto pone en tela de juicio la habilidad del Congreso para llevar a cabo sus tareas constitucionales, arriesgando que exista una Comunidad de Inteligencia fuera de control”.

La segunda carta, dirigida al director de la CIA John Brennan, repite el mismo lenguaje. Se le informa que Reid ha instruido al sargento de armas del Senado, Terrance W. Gainer, conducir “un examen forense a los computadores y redes computacionales” asignadas al uso del Comité de Inteligencia del Senado, de forma tal de determinar cómo el “Panetta Review” llegó a su poder.

El escrito pide que Brennan “tome los pasos que sean necesarios para asegurar que el personal de la CIA se abstenga de continuar interactuando en este tema con funcionarios del Senado, con excepción del sargento de armas” que realiza el examen pertinente.

El lenguaje es restringido, pero el significado es decisivo: el líder del Senado está pidiendo al director de la CIA que detenga todos los esfuerzos futuros de la CIA por vigilar las operaciones del Comité del Senado o espiar cualquiera de sus actividades.

La complicidad de Obama

El gobierno de Obama se ha alineado claramente con la CIA en este conflicto. Funcionarios de la Casa Blanca confirmaron la semana pasada que Obama está de acuerdo con retener miles de documentos del Comité del Senado, a petición de la CIA, y que el presidente había sido notificado sobre la acción criminal ante el Departamento de Justicia – lo que la carta de Reid denomina “un esfuerzo transparente para intimidar” – antes que fuera presentada.

Obama ha bloqueado cualquier persecución penal de agentes de la CIA y altos oficiales de la administración Bush involucrados en el programa de torturas, incluyendo al presidente anterior, quien autorizó, aprobó y proveyó los argumentos legales para la tortura. Existen pocas dudas de que las mismas prácticas continúan bajo el alero de Obama, aunque con mayor secretismo y “negación plausible” para el presidente, y que los mismos poderes son reclamados por Obama a la hora de ejecutar su programa de asesinatos globales desde aviones no tripulados.

En su rueda diaria del jueves, el vocero de la Casa Blanca, Jay Carney, comentó las cartas de Reid. Un reportero le preguntó directamente, citando las críticas de Reid y Feinstein, si “el Presidente siente la necesidad de tomar acciones para frenar a la CIA o enfrentar esta diferencia” entre el poder legislativo y el poder ejecutivo.

La respuesta completa de Carney fue: “Las disputas en torno a protocolos establecidos en 2009 para la provisión de documentos al Comité están siendo revisados por un inspector independiente, como también por el Departamento de Justicia. Así que pienso que eso es lo apropiado, y no voy a emitir comentarios sobre sumarios en curso. Así que no tengo nada más que agregar a la discusión”.

Una ofuscación similar desplegó el fiscal general Eric Holder, quien consultado el miércoles sobre el tema durante una conferencia de prensa no relacionada, se remitió a decir: “Recibimos recomendaciones todo el tiempo”. Una vocera del Departamento de Justicia, consultada más tarde sobre la carta de Reid, sólo dijo, “Estamos revisando la carta”.

El papel de la prensa y la clase política

Los medios de comunicación están jugando un papel crítico en apoyar al gobierno de Obama y a la agencia de espionaje, mostrando en su cobertura el conflicto entre el Senado y la CIA como una “lucha de poderes” en Washington, la cual es “arcana en sus particularidades” y no tiene mayor importancia. “Riña” y “pelea” fueron dos palabras usadas para describir las violaciones más aberrantes a las normas constitucionales desde los escándalos de Irán-Contra y Watergate.

The New York Times, que generalmente establece la agenda de los medios televisados y el resto de medios corporativos, relegó su reporte sobre la carta de Reid al fondo de la página A17, en el último ítem de su cobertura de las noticias nacionales del viernes.

Una nueva etapa del conflicto se abrirá la próxima semana con una votación del Comité de Inteligencia del Senado, pidiendo que la Casa Blanca desclasifique el informe completo sobre las torturas o, en su ausencia, un resumen de 400 páginas.

Las cartas de Reid y las afirmaciones anteriores de Feinstein son la reacción de los senadores a las extraordinarias incursiones de la CIA en las prerrogativas del Congreso, incursiones que apuntan a poderes no supervisados, ejercidos por el aparato militar y de inteligencia en su rechazo a las básicas normas constitucionales. Sin embargo, Reid y Feinstein, junto con todo el establishment político, han sancionado y apoyado el crecimiento de estos poderes.

A pesar del fuerte lenguaje utilizado en las cartas de Reid, la verdadera posición de los demócratas del Senado es la de humillación política. Tanto los partidos Demócrata como Republicano están a favor del imperialismo norteamericano, comprometidos con la maquinaria estatal de la violencia, el espionaje y la provocación.

Esta sumisión fue expresada de una forma particularmente asquerosa en una carta enviada a Obama el día jueves por el senador Mark Udall, un miembro del Comité de Inteligencia del Senado y líder “crítico” de los abusos de la CIA. Udall agradeció la promesa astutamente preparada por el presidente Obama la semana pasada, de apoyar la desclasificación del informe de torturas “cuan pronto esté completo el informe”. Dado que el informe no estará “completo” hasta que la CIA lo diga, la garantía no tiene valor alguno.

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