Agustín Edwards omite comentar sus vínculos con la CIA: «No escucho» (Video)
“No estamos aquí hablando de la junta militar”, fue la respuesta que entregó el dueño del diario El Mercurio, Agustín Edwards, a un reportero de Verdad Ahora que se acercó a preguntarle por sus nexos con la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA), y por el sedicioso papel que jugó en la preparación del golpe de Estado de 1973.
Cuando el reportero insistió en las contradicciones del testimonio judicial entregado por el ex reo de la prensa al juez Mario Carroza, quien investiga desde el año pasado la gestación del putsch militar, Edwards ignoró la pregunta y señaló que era incapaz de “escuchar” lo que se le estaba consultando.
La pregunta versó acerca de la reunión que el propietario de El Mercurio sostuvo a principios de la década de 1970 con Donald Kendall, presidente ejecutivo de Pepsi Co., y el entonces director de la CIA Richard Helms, instancia en que Agustín solicitó ayuda para concretar el derrocamiento del presidente Salvador Allende.
En septiembre de 2013, Carroza interrogó a Edwards sobre la información aparecida en numerosos archivos desclasificados de la CIA y, en particular, aquella contenida en el Informe Church del Senado de Estados Unidos.
“Debo indicar que tengo recuerdo que llegué a la casa del presidente de la embotelladora Pepsi, Kendall, en Nueva York, a quien el Presidente (Richard) Nixon lo llamó cuando estábamos juntos, y la conversación se volcó a lo que había ocurrido en Chile (elección de Allende)”, explicó Edwards, según la declaración publicada por el diario El Mostrador. “En dicha oportunidad Nixon comentó sobre mí, y Kendall le indicó que yo estaba presente, y esa es la razón por la cual yo posteriormente fui a Washington, lugar donde fui recogido en el aeropuerto por (Richard) Helms, director de la CIA y llevado hasta el lugar de reunión, donde estaba (Henry) Kissinger”.
Pese a lo anterior, Edwards señaló que en la cita sólo “se comentó las circunstancias de haber salido un presidente comunista en un país democrático, pero en ningún caso se pensaba en un Golpe de Estado o algo parecido, ni menos de un financiamiento al diario El Mercurio”.
Las respuestas del magnate difieren enormemente con el voluminoso conjunto de investigaciones e informes, dados a conocer por el mismo gobierno de Estados Unidos, que apuntan a que la CIA favoreció con casi dos millones de dólares a El Mercurio durante el gobierno de la Unidad Popular, situando a Edwards como uno de sus agentes más importantes de la región.
Según se desprende de un memorándum revelado con posterioridad a la declaración judicial de Edwards por los ex funcionarios del Departamento de Estado, James Siekmeier y James McEvleen, la realización de un golpe sí fue discutida durante la reunión celebrada en Washington.
“En caso que el gobierno chileno fuera derrocado en una acción militar, ¿el nuevo gobierno instalado recibiría el reconocimiento diplomático de Estados Unidos?”, preguntó Edwards. “¿Las Fuerzas Armadas recibirían apoyo logístico para una acción contra el gobierno?”
“Contestando a la pregunta sobre quién (nombre no desclasificado) conocía que mantenía buenos contactos con el Ejército, (nombre no desclasificado) dijo que tanto Sergio Onofre Jarpa, Presidente del Partido Nacional (PN), y el senador del PN Francisco Bulnes serían de ayuda”, versa la transcripción del memorándum, revelando tácitamente que la fuente de la información de inteligencia de la CIA era Agustín.
El lobby económico
A sus 86 años, el heredero del llamado “decano de la prensa chilena” continúa ligado estrechamente al Departamento de Estado. El jueves 26 de junio, cuando le pedimos personalmente que comentara sus vínculos con la CIA, Edwards compartía plácidamente en un salón con el canciller chileno Heraldo Muñoz, el ministro de Energía Máximo Pacheco, y múltiples representantes de bancos, mineras y empresas multinacionales instaladas en Chile.
El evento correspondía a la Conferencia de Ciudades Latinoamericanas organizada por el Council of the Americas, una entidad fundada en los 60 por el banquero David Rockefeller (amigo de vacaciones de Edwards) que fue instrumental para la aprobación del TLC con Estados Unidos y actualmente se empeña por concretar la firma del Acuerdo Transpacífico (TPP) entre dicho país y Chile.
Tanto Edwards como su esposa Malú del Río conforman la nómina de “líderes honorarios” del Council junto al ex ministro de Pinochet y alto ejecutivo de El Mercurio, Fernando Léniz.
En el directorio de la organización aparecen otros amigos de la CIA: Christopher Sabatini, ex encargado del National Endowment for Democracy (NED) para América Latina y colega de Ricardo Lagos en la edición de la revista Americas Quarterly; y John Negroponte, diplomático involucrado en la Operación Cóndor y en los sucios manejos de armas y drogas del caso Irán-Contra.